_
_
_
_
_
Reportaje:

Su alteza es una morosa

La princesa Maha al-Suidari, esposa del ministro del Interior saudí, tiene deudas en 30 grandes firmas de París

Cuando una princesa árabe entra con su séquito en una tienda, los dependientes se cuadran mientras el propietario se frota las manos. Pero si quien aparece es la princesa Maha al-Suidari, todos se echan a temblar. Al menos, en las exclusivas tiendas parisienses donde ella, la esposa de Naif Bin Abdulaziz, ministro del Interior de Arabia Saudí y miembro de la realeza de su país, es capaz de dejar sin pagar ropa interior por valor de 70.000 euros. La princesa, acostumbrada a pisar las densas alfombras del hotel Crillon y con un cuerpo hecho a la medida de Dior, lleva un año sin pagar un euro en más de 30 establecimientos de lujo de París: Dior, Kay Largo, Divina, Hanro, Marina, Fretté, Le Nain Blue, el propio Crillon...

Ha dejado sin pagar ropa interior valorada en 70.000 euros

La mayoría de las grandes firmas no han abierto la boca; pero Jacky Giami, el propietario de Key Largo, una tienda de ropa deportiva donde se venden pantalones de chándal a 600 euros, ha contado al diario Le Parisien que se pasa los días esperando en la cafetería del hotel George V. Allí es donde antes se liquidaban los pagos con los comerciantes, justo al día siguiente de que la princesa vaciara sus escaparates.

"Ella no es el tipo de cliente al que usted le pide una garantía a la hora de llevarse prendas", razona. La última vez que Maha al-Suidari visitó su tienda, se llevó artículos por valor de 140.000 euros, un 7% de la facturación anual de su negocio. A la hora de cobrar, asegura él, le recibieron con un "vuelva usted mañana", y hasta hoy.

Dada la discreción habitual que se gasta el negocio del lujo con sus clientes, y desde luego gracias a la inmunidad diplomática de la que goza Maha al-Suidari, algunos de los comerciantes han acudido a la embajada árabe para ver si, puesto que el esposo de la morosa es ministro, alguien paga la cuenta. Pero la embajada declina amablemente la invitación a pagar que le remiten empresarios como Camila Boushaba, de la exclusiva tienda de lencería O caprices de Lili. Allí siempre se consideró a la princesa saudí una clienta excelente, que gastaba a discreción y pagaba puntualmente. Pero hace ahora un año que se llevó prendas por valor de 70.000 euros. "Esa cantidad no es nada para ellos, pero nosotros somos una tienda con dos empleados, no somos Chanel ni una de las grandes cadenas, y eso es mucho dinero para nosotros", explicó Boushaba al periódico The Guardian.

De momento, sólo ha recibido una respuesta clara a sus peticiones. Pertenecen a un representante de la diplomacia saudí en París, quien con mucho oficio respondió que no podía hacerse cargo de "las facturas de los culottes de la princesa".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_