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Reportaje:

La falsaria del 11-S es de barcelona

La presidenta de los afectados, una secretaria catalana, se inventó ser víctima del atentado

Lluís Pellicer

Tania Head ha sido casi una heroína de EE UU en los últimos seis años. O al menos ha puesto todo su empeño en ser un mito. Y lo consiguió: ha sido uno de los rostros más conocidos del 11-S. Conseguía poner la piel de gallina cuando contaba ante cientos de periodistas cómo sorteó el caos para bajar de la planta 78 del World Trade Center de Nueva York, cómo un hombre antes de morir le entregó su alianza para que se la diera a su mujer y cómo un voluntario la salvó tras apagar el fuego de su vestido. Tanto impactó su historia, con romance incluido, que hasta presidió la Red de Supervivientes del WTC.

Pero esta semana el mito se ha venido abajo. The New York Times adelantaba el jueves que Tania Head había sido destituida en la asociación porque sus miembros eran incapaces de comprobar nada de lo que contaba. Merrill Lynch, donde decía trabajar, negó haberla tenido empleada, y la familia de su supuesto prometido, según ella fallecido en el atentado, desconocía la relación.

Pero Tania Head no es ni su nombre. Se llama Alícia Esteve Head y es una secretaria barcelonesa, según publicó ayer La Vanguardia, perteneciente a una familia de empresarios que en 1992 estuvo implicada en el caso Planademunt, en el que su padre y su hermano fueron condenados por un delito de falsedad documental. De ella, la única infracción que se conoce es una sanción de 600 euros del Ayuntamiento por no retirar varios aparatos de climatización del balcón.

Alícia Esteve trabajó en Hovisa, propietaria entonces del hotel Arts de Barcelona, como secretaria de Takeshi Hironaka, uno de los responsables de la compañía japonesa Sogo, que participaba en la sociedad. Su contrato fue rescindido en 2001, cuando Deutsche Bank se hizo con el hotel. Fuentes cercanas a la operación confirmaron que Esteve se vio afectada por el expediente de regulación de empleo que realizó el banco. Según el periódico catalán, entonces ya era aficionada a contar historias y sostenía que su brazo quedó maltrecho tras un accidente de coche en el que su articulación salió volando. En Nueva York, contaba que la lesión se la hizo el 11-S. La lista es larga: afirmó haber ido a Tailandia a ayudar tras el tsunami o haber estudiado en Harvard y Stanford, lo cual ha sido desmentido por estos centros.

Esteve residía en la zona alta de Barcelona. Sus familiares vivían en la calle de Vergós, mientras que ella lo hacía en la de Doctor Roux. Ayer en el barrio se hablaba de ella, pero nadie la conocía. Sólo el portero y el servicio de Vergós señalaban haberse quedado impactados al verla en los medios. "Venía poco y no hacía vida de barrio. Hace seis meses que no la vemos", decían. Ella no respondía en ninguno de sus domicilios. El mito se ha esfumado por completo.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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