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Reportaje:

Las mujeres que vistió Valentino

Jackie Kennedy, Gwyneth Paltrow y Rosario Nadal fueron agraciadas por el diseñador

Eugenia de la Torriente

Son las mujeres más famosas del mundo las que más se han rendido a sus encantos. Princesas, actrices y ricas herederas. Las ha seducido con una fórmula no por simple, menos efectiva: fabulosos vestidos de noche. Gwyneth Paltrow lo expresa con claridad en el libro Valentino, editado este verano por Taschen. "Hay diseñadores más conceptuales y modernos, pero con él sabes que siempre vas a estar guapa. Nadie te va a criticar como no sea para decir 'Oh, Dios, vuelve a estar perfecta'. Cree que los vestidos deben embellecer a una mujer y ese es el final de la historia, que la moda no es el lugar para lo intelectual y el arte. Se vuelve loco si llevo una chaqueta con una costura sin acabar o si la manga no tiene la proporción correcta. Histérico de verdad".

El idilio con la celebridad de Valentino empezó con un flechazo. El que sintió Jackie Kennedy por el traje de organza negro que otra invitada, Gloria Schiff, llevaba en una fiesta en 1962. No paró hasta averiguar quién lo había diseñado y, poco después, la propietaria del objeto de sus deseos le arregló una cita con su creador. Se encontraron en el apartamento de ella y, al principio, la relación tuvo algo de furtiva: como primera dama Jackie debía llevar ropa de diseñadores estadounidenses y sólo en privado se permitía caprichos europeos. Con la muerte de Kennedy, eso cambió. Sobre todo, a partir de una visita de Valentino a Nueva York en 1964. "Una mañana estaba jugando con ella a tenis y parecía deprimida", recuerda Schiff en el libro de Taschen. "Fue algo después del asesinato y estaba muy recluida y discreta. Me dijo: 'Honestamente, aunque quisiera salir, no tengo absolutamente nada que ponerme'. Le contesté que no quería presionarla, pero que Valentino estaba en la ciudad y que sabía que le encantaría enseñarle su ropa. Si quieres, le llamo por ti".

Jackie aceptó la propuesta, encargó montones de blanco y negro y el romance se hizo público. Y le fue fiel, incluso, al casarse con otro: llevaba un vestido suyo cuando contrajo matrimonio con Aristóteles Onassis.

Valentino es un hombre de grandes fidelidades cuyas mejores clientas son también íntimas amigas. Es el caso de Marie Chantal Miller (en cuya boda no sólo vistió a la novia sino también a 62 de sus invitados) o Rosario Nadal. El diseñador, además, ha creado un escenario vital a la altura de sus aristocráticas amistades en el que se conduce como el más generoso de los anfitriones: una villa en Roma, un chalet para esquiar en Gstaad, un apartamento en Nueva York y otro en París, una mansión del siglo XIX en Londres y un palacio del XVII cerca de Versalles (que perteneció al ministro de finanzas de Louis XIII). Todo ello decorado con las más exquisitas antigüedades y algún que otro Picasso Y luego está su famoso yate, claro. Valentino empezó con una pequeña motora en Capri en los sesenta y ha ido aumentado el tamaño de sus embarcaciones en proporción a su fortuna. La actual, el TM Blue, mide 40 metros. "Tal vez me equivoco, pero quiero estas cosas en mi vida. Mis ojos quieren ver perfección. Me dicen que tengo demasiadas casas y habitaciones, pero ¿muchas para quién?".

En cuatro décadas jamás se ha visto mezclado en una polémica o escándalo. Huye de ellas. "Nunca hablo de los demás y no tengo celos de nadie. No me interesa el chismorreo y las habladurías". Aunque, confiesa, hay relatos que sí le gustan: aquellos con los que sus clientas le regalan los oídos contándole la reacción que sus vestidos han despertado.

Jackie Kennedy, en 1968 en la isla griega de Scorpios, tras casarse con Onassis.
Jackie Kennedy, en 1968 en la isla griega de Scorpios, tras casarse con Onassis.AP

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