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365 días tras una muerte en el trabajo

La familia del último fallecido en accidente en 2006 aún espera el juicio

Ginés Donaire

Tomás de Haro Canales murió, con 46 años, el 30 de diciembre de 2006 en accidente laboral. Un año después, la responsabilidad penal y, por ende, la civil del accidente sigue pendiente. Su viuda y sus dos hijos siguen sin recibir indemnización alguna.

Tras un año para la instrucción y la práctica de pruebas pedidas por la Fiscalía, el juicio se ha fijado para el próximo 24 de enero. Si hay condena, el caso podría cerrarse, pero si se abre la vía civil habrá que esperar aún varios años. Es la dinámica en la que se mueven las familias de víctimas de accidentes laborales.

Tomás de Haro, vecino de Linares, era conductor de una empresa de transportes que trabajaba para la firma Seur. El siniestro tuvo lugar en el interior de la empresa, cuando el conductor de una carretilla elevadora lo atropelló empotrándolo contra su propio camión. Murió en el acto. Pocos días después, la policía puso a disposición del juez a dos empleados por un presunto delito de homicidio por imprudencia.

El principal acusado es un ciudadano senegalés, M. M., de 28 años, quién conducía el montacargas mecánico, a pesar de que no tenía permiso ni capacitación para manejarlo. Sólo estaba contratado como mozo de paquetería. El segundo imputado es C. J. G. J., de 20 años, que era el conductor habitual de la carretilla elevadora y que, según el informe de la Fiscalía, estaba enseñando a M. M. el manejo de la maquinaria cuando se produjo el siniestro.

Al parecer, el mozo de paquetería perdió el control del vehículo, probablemente, debido a su falta de pericia, y arrolló a Tomás de Haro, que se encontraba ajustando las correas de sujeción del toldo de su camión, una vez acabada su jornada laboral. Para la imputación de los dos empleados, que están en libertad con cargos, fue determinante el vídeo de las cámaras de seguridad.

Aunque la instrucción fue rápida -poco más de tres meses-, el caso embarrancó en mayo al pedir la Fiscalía un nuevo informe de la Inspección de Trabajo al entender que al anterior le faltaban varias diligencias. Además, el fiscal pidió que se tomara declaración a dos testigos del accidente. Tanto el nuevo informe de la Inspección como las pruebas testificales se practicaron antes del mes de julio, pero el Juzgado no las recibió hasta septiembre.

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Finalmente, el 3 de octubre el Ministerio Fiscal emitió escrito de acusación imputando a los dos acusados el delito de homicidio en grado de imprudencia y pidiendo para ellos un año y seis meses de prisión y una fianza de 260.000 euros, extensible a Red Transjaén, SL, (empresa de mensajería), Herramienta Jiennense (arrendadora de la carretilla elevadora) y a Santa Lucía, SA, (aseguradora de la carretilla). La acusación particular pide para cada uno de los dos imputados tres años de prisión. La defensa solicita la libre absolución de sus defendidos.

DOS IMÁGENES DE UN AÑO DE TRAGEDIA.
DOS IMÁGENES DE UN AÑO DE TRAGEDIA.

El laberinto judicial

Tomás de Haro Canales, de 46 años y vecino de Linares (Jaén), muere hace exactamente un año, atropellado por una carretilla elevadora en una empresa de mensajería de Jaén.

- 9 de enero. La policía imputa a dos empleados de homicidio por imprudencia.

- 30 de enero. El juez finaliza la instrucción y abre diligencias por procedimiento abreviado.

- 9 de mayo. El fiscal pide un nuevo informe de la Inspección de Trabajo y la declaración de dos testigos del accidente.

- 2 de julio. El juez recibe el informe de la autopsia del trabajador fallecido.

- 3 de septiembre. El juez recibe el informe de la Inspección de Trabajo.

- 3 de octubre. Acusación del fiscal imputando a dos trabajadores y, como responsables civiles, a la empresa donde trabajaba el fallecido, la propietaria de la carretilla y la aseguradora.

"Sólo pido justicia"

Ana Zapata es la viuda de Tomás de Haro. Con 46 años y dos hijos, de 14 y 17 años de edad, dice que la muerte de su marido "destrozó a toda la familia". Ella y sus hijos tienen que recibir tratamiento psicológico.

"Al principio me dijeron que mi marido había tenido un accidente, pero me ocultaron su muerte. Cuando lo supe, me derrumbé", recuerda con amargura Ana Zapata, quien censura que los responsables de la empresa ofrecieran inicialmente una versión muy distinta de la que quedó demostrada por las cámaras de seguridad. "Me dijeron que la carretilla lo atropelló de espaldas, pero quedó claro que se lo llevaron por delante".

"Sólo pido que se haga justicia, aunque lo dudo mucho porque, con la pena que pide el fiscal, será difícil que puedan ir a la cárcel", afirma. Tampoco cree que la indemnización pueda resarcir el daño: "La vida de una persona no se paga con dinero".

Ana Zapata cobra una pensión de viudedad de 520 euros y 400 euros por la paga de orfandad de sus dos hijos, hasta que éstos sean mayores de edad.

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