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Reportaje:

42 días que cambiaron la historia

Análisis forense de la crucifixión y resurrección de Jesucristo

El médico forense Miguel Lorente (Almería, 1962) plantea una delicada cuestión en 42 días, su último libro: ¿todavía latía el corazón de Jesucristo cuando su cuerpo fue bajado de la cruz? Lorente se pertrecha con los conocimientos de su oficio para dar una respuesta afirmativa. En el libro, que ha sido publicado por Aguilar, se desarrolla un cuidadoso análisis de los estudios efectuados sobre la Sábana Santa, con la que, según la tradición, envolvieron a Cristo para ponerlo en el sepulcro. Los 42 días a los que hace referencia el título del libro son los transcurridos desde la crucifixión hasta la ascensión de Jesús.

La historia del libro ha seguido, según Lorente, "un proceso un poco largo". "Al empezar a trabajar como forense en 1988 di vueltas a que los hechos que rodearon la crucifixión tenían alguna explicación científica. Empecé a tomar notas y guardarlas. Quedé con la idea de retomar posteriormente estas notas. Cuando estaba en el FBI, haciendo proyectos de investigación en 1997 y 1998, analizaba el ADN en muestras antiguas. Gente de la academia del FBI me pasó trabajos sobre la Sábana Santa. Eran distintas aproximaciones. No sabía que había tantos trabajos científicos sobre la Sábana Santa", evoca Lorente, que es doctor en Medicina y Cirugía y profesor asociado de Medicina Legal en la Universidad de Granada. Lorente ha colaborado con el FBI en su trabajo de identificación humana por medio del estudio y análisis del ADN.

Tras sus investigaciones, Lorente señala que "los elementos que existen están a favor de que la Sábana Santa sea auténtica". "Existen en la Sábana Santa pólenes de plantas que crecían en Palestina en el siglo I y que no estaban presentes ni antes ni ahora en Europa. Hay elementos que sitúan la Sábana Santa en Palestina. El otro elemento a tener en cuenta es si la Sábana Santa se puede relacionar con el Jesús histórico: coronado de espinas, crucificado, flagelado, con una lanzada...", detalla Lorente.

"En la Sábana Santa hay indicios de un cuerpo limpio. El cuerpo tuvo que ser lavado. Las manos están bien delimitadas, pero no se ve el pulgar. Son, por tanto, manos en flexión. Esto no lo presenta un cadáver. Ese indicio de las manos y las manchas de sangre con signos de coagulación hablan de un proceso vital. Al evitarse la pérdida de sangre por coagulación, se muestra que no hubo pérdida hemorrágica de sangre posmortal", relata el médico forense.

Hubo un coma superficial que hizo creer que Jesús estaba muerto, en opinión de Lorente. "Es un shock traumático. Este hecho es compatible con la percepción real de que estaba muerto y con la presencia de signos de vida. Jesús estaba en un estado de muerte aparente. Las personas que recogieron su cuerpo comprobaron que había vida porque empezó a superar un poco el coma. La interpretación de sus discípulos debió de ser que se había producido la resurrección. La percepción fue que Jesús había superado la muerte. No fue una resurrección. En realidad, fue una resucitación. Si hoy en día alguien entra en coma se le aplican medidas de resucitación", explica Lorente.

"Esa percepción de vida tras la crucifixión tuvo que ser entendida como una resurrección. Las apariciones de Jesús tras la crucifixión son las que aglutinaron el sentimiento y dieron fundamento a la fe. En el libro se compatibiliza la explicación científica con la posición religiosa", concluye Lorente.

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