_
_
_
_
_
Los problemas de la sequía

Andalucía afronta el cuarto año de sequía con las reservas bajo mínimos

Los pantanos están por debajo del 35% y los regadíos están amenazados

Fernando J. Pérez

Andalucía encara el cuarto año consecutivo de sequía con gran preocupación por el futuro de los regadíos. Las reservas medias de los embalses de la región se encuentran actualmente al 34,2%, tres puntos menos que hace un año. Tanto en la cuenca del Guadalquivir como en zonas de la provincia de Málaga se han debido prorrogar los decretos de sequía que regulan el uso del agua en épocas de gran escasez.

Los cultivos de cítricos son los más perjudicados por la falta de agua. Andrés García, de la cooperativa agrícola Malaka, con sede en Álora (Málaga) afirma que la producción de naranjas, limones y mandarinas en el valle del Guadalhorce, el más afectado por las restricciones, ha bajado de entre 120.000 y 150.000 toneladas en 2000 a entre 40.000 y 60.000 en la última campaña. "Se han perdido 12.000 jornales desde 2002", calcula García, que reclama una mejor gestión del agua en esa zona. "Gran parte del agua va al mar sin depurar. Si la depuráramos podríamos tener un caudal para el regadío de los cítricos", opina. Este año, al igual que en 2006, los agricultores del Guadalhorce, cuyos pantanos se encuentran por debajo del 20% de su capacidad, recibieron dos riegos de emergencia, encaminados no tanto a salvar las cosechas como a evitar que árboles que tardan entre cinco y siete años en dar sus frutos no murieran de sed.

El director gerente de la Agencia Andaluza del Agua, Juan Corominas, considera que "la gravedad de la sequía es importante" pero confía en que la falta de precipitaciones no suponga restricciones para el consumo humano. Las zonas más amenazadas son actualmente el área metropolitana de Granada, donde se están extrayendo por bombeo 500 litros por segundo de un acuífero, y la Loma de Úbeda (Jaén), aunque el organismo de la Junta para la gestión del agua espera que durante el invierno y la primavera llueva lo suficiente como para no tener que declarar estas zonas en situación oficial de sequía, lo que implicaría recortes en la agricultura.De los 24 sistemas en que está dividida la cuenca del Guadalquivir, nueve se encuentran en situación de emergencia, lo que significa que disponen de agua para atender la demanda de menos de un año. Otros cuatro están en fase de alerta, con reservas para dos años, otro en prealerta y los diez restantes presentan un estado de normalidad.

En enero se reunirá la Comisión de Desembalse del organismo regulador para determinar si es necesario recortar el agua de los regadíos del Guadalquivir, que están en situación de sequía desde 2006. En la cuenca del principal río andaluz se han previsto cuatro grandes nuevos pantanos (La Breña II, Siles, El Arenoso y el Melonar) con un coste cercano a los 420 millones de euros. Para paliar la sequía, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ha emprendido obras de emergencia por valor de 19,7 millones de euros, así como otros 11,5 millones en Ceuta y Melilla.

En las zonas costeras andaluzas, la gran esperanza para el suministro está puesta en las doce desaladoras de agua de mar previstas para los próximos tres años. Actualmente funcionan cinco de estas instalaciones, que producen 95 hectómetros cúbicos anuales. Otras cuatro desaladoras en las provincias de Málaga, Granada y Almería se encuentran en construcción y tres están en proyecto. Sin embargo, en la Cuenca Mediterránea Andaluza, el proyecto más necesario -y también el más costoso, 170 millones de euros- es la corrección de los vertidos salinos que inutilizan gran parte del agua del sistema de pantanos de la cabecera del río Guadalhorce, los embalses que presentan un estado más vacío, por debajo del 20%. La finalización de este proyecto está prevista para 2009, según Medio Ambiente.

El director general de Agua del Ministerio de Medio Ambiente, Jaime Palop, aseguró el pasado martes, que tanto en el Guadalquivir como en el Mediterráneo "estamos entrando claramente en una situación de sequía y una vez más vamos a tener que hacer especial hincapié en medidas de ahorro, reutilización y concienciación de la población". Precisamente, el viernes el Consejo de Ministros aprobó el Real Decreto que establece el régimen jurídico de la reutilización de las aguas depuradas. En la actualidad, en toda España se reutilizan entre 400 y 450 hectómetros cúbicos sobre 3.400 hectómetros cúbicos de aguas depuradas. De ellos, 53 corresponden a Andalucía, y la mitad se destinan al riego de campos de golf. En 2015 se pretende reutilizar 1.200 hectómetros cúbicos, una cantidad equivalente a la que consume una ciudad del tamaño de Málaga en 20 años.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

En la Cuenca Mediterránea Andaluza, el año hidrológico que concluyó el 30 de septiembre, supuso unas lluvias de entre un 75% y un 80% de lo normal. El organismo, dirigido por Antonio Rodríguez Leal, ha emprendido por segundo año una campaña de control de los grandes y medianos consumidores. En ella se han abierto expedientes sancionadores a 10 medianos consumidores, que gastan entre 100.000 y 250.000 metros cúbicos al año.

Inclemencias contra un modo de vida

A finales del siglo XIX, los campos que rodean a Álora (Málaga) estaban rodeados de fincas de cítricos. De la estación de tren situada al pie de la localidad, salían cada día miles de toneladas de naranjas, limones y mandarinas, que, a través del puerto de Málaga, se distribuían por medio mundo. La economía se centraba en el cítrico y sus derivados. Incluso la empresa francesa Legrain tenía una fábrica en la que transformaba en perfume la flor de azahar y la cáscara de naranja y limón. Hoy, esa instalación se ha convertido en una discoteca, llamada La Fábrica de Esencias, símbolo de que un modo de vida parece condenado a desaparecer, a pesar de los esfuerzos de los agricultores.

Hoy, si se sube a la parte alta del pueblo y se mira alrededor, se descubren cada vez más fincas abandonadas, y en aquellas que continúan activas, los cítricos amarillean. Si se observa los árboles de cerca, las hojas parecen contraidas y arrugadas, como si intentaran exprimir del suelo un agua que no les llega. Sólo en aquellas parcelas que tienen la suerte de contar con un pozo propio, los frutales dan cosechas decentes. "Árboles que antes daban 200 kilos de fruta, sólo producen cuatro o cinco ahora", afirma Andrés García, agricultor e hijo de agricultor. Álora, en el curso medio del Guadalhorce, es el epicentro de la sequía. La escasez de agua que comenzó en 2005 vino precedida por una tremenda helada que en 2004 diezmó la cosecha. Ahora muchos productores de esa zona a 35 kilómetros de Málaga capital se plantean arrancar los frutales y plantar olivos, más resistentes. "No quiero dejar de ser agricultor", sonríe Andrés. A pesar de todo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_