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Columna
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Andalucía bombardeada

Mis amigos de la Asociación Europea de Cooperación con Palestina me han enviado fotografías de los desastres causado en Gaza por la despiadada intervención militar del Estado de Israel. Uno se acerca al horror con el alma en los pies y las previsiones en los ojos. Sabemos que nos conmoverán los cadáveres, las casas hundidas, las madres desesperadas con sus hijos muertos en los brazos, y el miedo de unos rostros condenados al sufrimiento y la desolación. Pero hay imágenes, mucho menos crueles, que conmueven por su realidad imprevista. Veo el logotipo de la Junta de Andalucía en un camión bombardeado, roto, medio enterrado en uno de los socavones que acaba de producir el ataque del ejército enemigo. Se trata del camión de una de las tres clínicas móviles que recorrían la franja de Gaza para ofrecer asistencia sanitaria a la población. Como estoy acostumbrado a ver el logotipo en las obras públicas, los hospitales, los edificios y los programas culturales de Andalucía, me conmueve descubrirlo ahora bombardeado.

La Asociación Europea de Cooperación con Palestina trabaja para ayudar a la población civil y sueña con que su trabajo sirva para conseguir algún día una nación democrática, pacífica y laica. Sus componentes tienen muy poco que ver con la Palestina que representan Hamás, los Hermanos Musulmanes y las proclamas de venganza de Al Qaeda. A ellos no les ha trastornado el veneno que de manera calculada inyectó Israel durante años para degradar la situación y convertirse así en la víctima oficial de un Occidente perseguido por la barbarie. La asociación trabaja sobre todo en proyectos que pretenden dignificar la vida de las mujeres y de la infancia. Las mujeres, además de por las bombas, están perseguidas por las humillaciones del fundamentalismo islámico, y los niños han interiorizado un desamparo tan grave que desean en muchas ocasiones la muerte, para ellos más piadosa que la vida.

El calendario que la asociación preparó para el año 2009 nos recuerda hasta qué punto Andalucía ha sido bombardeada en esta última intervención militar israelí. Paso las páginas de este calendario lleno de niños que juegan, mujeres que trabajan en un ordenador o en una fábrica, y gente que hace cola en la consulta de un médico. Mes de enero. Proyecto para un taller itinerante de terapia lúdica destinado a niñas y niños palestinos en las ciudades de Hebrón, Ramala y Belén. Financiado por la Diputación de Cádiz. Febrero. Proyecto para la creación de un Centro de Formación de mujeres en el distrito de Qalqilia. Financiado por la Diputación de Sevilla. Marzo. Proyecto de ayuda a las trabajadoras rurales en cuatro aldeas próximas a Nablús. Financiado por el Ayuntamiento de Antequera. Abril. Proyecto de una unidad clínica móvil para 27 localidades de los distritos de Qalqilia, Tulkarem y Salfeet. Financiado por las diputaciones de Sevilla y Granada. Y así hasta el mes de diciembre, con proyectos financiados por la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo, los ayuntamientos de Almería, Alcalá de Guadaíra y Umbrete, y las diputaciones de Córdoba, Jaén y Huelva.

Las bombas han caído sobre las infraestructuras y las ilusiones de la solidaridad internacional. Unas veces caen sobre vehículos y edificios, otras sobre el sueño de una Palestina unida, libre, laica, democrática, que pueda convivir en paz con sus vecinos. Para que sea posible hace falta que los generales y los sacerdotes pierdan protagonismo en las decisiones sobre el conflicto. Andalucía ha estado invirtiendo en un sueño de paz y dignidad. El Estado de Israel, con una violencia despiadada, ha bombardeado nuestro sueño. La Asociación Europea de Cooperación con Palestina trabaja no sólo para ayudar a las víctimas, sino para que todos sigamos levantando una rama de olivo, una esperanza.

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