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Reportaje:

Burocracia en una Casa Invisible

Los 'okupas' de un edificio de Málaga piden que se apoye su proyecto cultural

Pablo Ferri

Hace algo más de dos años, en marzo de 2007, los integrantes de la Casa Invisible, un grupo de ciudadanos y creadores anónimos, ocuparon el número 11 de la calle Nosquera en Málaga. "El objetivo era evidenciar la falta de un espacio para la ciudadanía, para todos los creadores desconocidos. En Málaga hay mucho festival, mucho show, pero que no dejan poso, que no crean tejido social", dice Santiago Fernández, responsable de prensa del colectivo. La Casa Invisible organiza desde conferencias y conciertos a pases de cine; cuenta con una cooperativa, y una oficina de derechos sociales.

Pero el local es propiedad del Ayuntamiento. Javier Ferrer, coordinador gerente del Consistorio, explica que expropiar el inmueble les costó más de dos millones y medio de euros. El Ayuntamiento compró la casa, en marzo de 2006, con la idea de crear un centro para jóvenes emprendedores, un nido de empresas. El proyecto, se queja Ferrer, "está paralizado por la ocupación ilegal del edificio".

Ayuntamiento y colectivo se unieron para impulsar un proyecto juntos
Las actividades siguen el la casa, y esta semana se reúnen con Cultura
Urbanismo pidió permiso al juez para desalojar el espacio

Desde que se produjo la ocupación, los contactos entre la Casa Invisible y el Ayuntamiento han sido, sin embargo, constantes. El colectivo intenta permanecer en la casa. El Ayuntamiento, que ha mantenido diferentes posturas, dice ahora que no. "Como propietario del inmueble, el Consistorio puede desalojar cuando le plazca", se dice desde la Casa. De momento no lo ha hecho. Espera una autorización judicial pedida en febrero.

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Las partes acercaron posturas a principios de año. El Ayuntamiento y la Casa estaban consensuando un protocolo para impulsar el proyecto. Tras muchas reuniones, el protocolo contemplaba un acuerdo si se cumplían unas condiciones: la Casa Invisible se constituiría en una fundación privada para regularizar su situación, además de redactar un programa de actividades y hacerse cargo del mantenimiento del inmueble.

El Ayuntamiento, por su lado, se comprometería a ceder el local de la calle Nosquera por un periodo de cuatro meses. Si al término del mismo los objetivos se cumplían, ambas partes firmarían un convenio de colaboración apoyados por la Junta, la Diputación de Málaga y la Universidad; si no, la Casa Invisible se quedaba sin local.

A finales de mayo de este año, pese a lo avanzado de las negociaciones, la Casa Invisible recibió una notificación del juzgado en la que la concejalía de Urbanismo pedía permiso al juez para desalojar la finca. Urbanismo hizo esta petición en febrero, mientras se negociaba con la Casa. A los pocos días, el dos de junio, los representantes del colectivo y del Ayuntamiento se reúnen acompañados de Jesús Carrillo, director de programas culturales del Centro de Arte Reina Sofía (Madrid). Carrillo, que ya había colaborado con la Casa, afirma que ambas partes "mostraron voluntad para llegar a un acuerdo". Días más tarde, el 30 de junio, el Ayuntamiento convoca a los representantes de la Casa a una nueva reunión en la que comunica, "ante nuestra sorpresa" según Santiago Fernández, que el local va a ser desalojado.

El problema, según Javier Ferrer, voz del Ayuntamiento en el asunto, es la falta de interés de las otras administraciones; "llegó un momento en que era tan evidente que no les interesaba que lo dejamos estar; nosotros hemos insistido en que apoyamos la iniciativa siempre que las demás administraciones estén vinculadas". La Diputación, que respalda el proyecto, lo ve diferente; Antonio Chaves, jefe de gabinete de la Presidencia, sostiene que en las reuniones que han tenido el problema era la casa. "Nosotros ahí no queremos entrar, así que cuando vimos que el Ayuntamiento decía eso, pensamos que era mejor esperar a que se aclarase el asunto", dice. Jesús Carrillo, del Reina Sofía, recuerda la reunión del dos de junio: "Yo interpreté, era evidente, que se trataba de regularizar la situación de la Casa Invisible en el local". La Junta, en boca del Delegado de Cultura, Manuel García, pide al Consistorio que se defina y "decida si cede el inmueble. Lo que no pueden hacer es ponernos a nosotros como condición de apoyo". La responsabilidad vuela de nido en nido.

En el protocolo que no se llegó a firmar se acuerda que el modelo que debería seguir la Casa Invisible es el Centro Hangar de Barcelona, un espacio de producción de artes visuales. Su director, Pedro Soler, explica que, al principio, fue el Ayuntamiento de Barcelona el único organismo que apoyó el proyecto, y que después se sumó la Generalitat.

Mientras, las administraciones miran la piscina con recelo, no se vayan a mojar, la Casa Invisible continúa con su programación, "a ver que pasa", suspira Santiago Fernández. Esta semana toca reunión con la Consejería de Cultura.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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