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ASÍ HABLA... El Carnaval de Cádiz Un alarde consciente de exageración

Cádiz ofrece todos los años, por este tiempo, un despliegue de andaluz para usos festivos de tal concentración, que en cualquier esquina del Barrio la Viña pudiera el dialectólogo tomar muestra completa. La famosa, e indescriptible, expresividad del habla andaluza, la facundia, la guasa, el ingenio repentino, tienen aquí su reinado total, su tiranía casi. No hay pueblo que más se divierta con los achaques de la vida, ni que mejor fustigue la hipocresía, el cinismo, la venalidad, en un molde lingüístico aquilatado por el tiempo como si fuera el único posible. Ahí está la gracia.Este año nos cuentan unos barrenderos municipales: "En la caye Solano hay una casapuerta / donde todah la noshe una pareha / a suh intintoh da rienda suerta (...) M'entusiahmaba tanto ehcushando la cosa / que de barré tan fuerte / gahté enteritah toa lah bardosa. / Y yegando a la ehquina Sagahta / me puse malo. / Y eh que sin darme cuenta / iba barriendo con otro palo".

Una acumulación intencionada de rasgos (shesheo, caídas de consonantes, fusión de vocales, diminutivos..., todo como preparando el camino al recurso predilecto: la anfibología erótica, traca final. Unas supuestas geishas inciden en la actualidad política, este año más inevitable que nunca: "Han puehto las-elesioneh el Domingo de Carnaval, / 'asnal', 'asnal'. / En Cádiz, señor Asnar, a ver quién tiene cohone / de votar con la tahá".

Unos sedicentes enterradores del siglo XX, todavía en lo político más rabioso, dicen: "Cuando vi por la tele / la clonasión de la oveja Doli / me cogió ehcribiendo / y por poco me trago el boli (...) Un gran problema se ha detettado / y eh que la oveja crese a pasoh agigantado. / Y yo al fin cavilando / he encontrado la solusión / a un problema serio / que a máh de uno tiene en tensión. / Si el animalito por cada año / envejese nueve, / clonamoh a la alcaldesa / y que se jubile el año que viene".

La irreverencia, otro foco de actividad chirigotera, ha encontrado esta edición una imagen sublime, a cuenta de los aerolitos de nieve: "Dióh eh culpable de loh yelaso. / Que con el moraso / tiró loh hielo fuera del vaso". Imaginar al Altísimo de parranda, sirviendo copas por el cielo y perdiendo la puntería bajo los efectos del alcohol, debiera premiarse con el Premio Nobel.

El andaluz es al carnaval gaditano como el inglés al rock, el italiano a la ópera y el alemán a los entrenamientos guturales. Ha codificado de tal modo la enseña hablada de Andalucía, en un alarde consciente de exageración, que ha producido incluso curiosidades propias.

Así, el uso casi universal del seseo, con muy poco ceceo (en una zona donde ambas posibilidades viven en amigable contienda), o lo que llamaríamos el castellanismo humorístico, esto es, el énfasis en pronunciar a la castellana para mejor subrayar ciertos efectos, como mantener en final de verso participios completos (detettado, agigantado), o algunas eses caricaturescas (asnal, asnal).

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El acomodo a la medida del verso autoriza cualquier solución: toa la vida. En suma, un uso del idioma al mejor resultado crítico-humorístico, con patente de libertad absoluta, que para eso en Cai se inventó lo de liberal. ¿O no?

A. R. ALMODÓVAR

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