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Reportaje:

Campanas con "función social"

Jaén cambiará una ordenanza para preservar el tañido de la catedral

Ginés Donaire

¿Es el sonido de las campanas un bien singular y patrimonial que merezca su protección? Para el Ayuntamiento de Jaén, no hay ninguna duda. Tanto es así que se dispone a modificar la ordenanza municipal de ruidos para preservar los tañidos de la catedral, los mismos que lleva soportando Antonio Rus, un vecino que vive enfrente y que, después de varios años, ha ganado una batalla judicial que obliga al cabildo catedralicio a rebajar el sonido para hacerlo compatible con el descanso. La historia tiene tintes de absurdo, no sólo por la soledad del demandante, que ha pedido incluso el precintado de las campanas, sino también por la contradicción que supone que las mismas autoridades que instan a la catedral a cumplir el fallo judicial han sido los primeros en firmar para que se mantenga su sonido actual. Un auténtico "sainete esperpéntico", como lo ha definido el deán de la catedral, Francisco Juan Martínez.

El hombre al que el TSJA dio la razón se siente acosado por vecinos y políticos
"80 decibelios de ruido es como tener un bar de copas en casa"

Las actuales ordenanzas de ruido de Jaén sitúan en 30 decibelios el nivel máximo de ruido tolerable. Según la medición de los técnicos municipales, las campanas emiten un sonido de 35 decibelios, pero en el domicilio de Antonio Rus, justo enfrente, se han llegado a medir 80 decibelios. "Es una barbaridad, es como tener un bar de copas dentro de casa", sostiene Juan Frías, de la Asociación Española para la Calidad Acústica, para quien las campanas son emisores acústicos y, como tal, "no pueden quedar al margen de la ley".

El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha dado la razón a Antonio Rus después de muchos años luchando para que se rebaje el sonido, una cruzada que le ha costado estar de tratamiento médico a base de ansiolíticos. A raíz de esa sentencia, el Ayuntamiento acordó dar un mes de plazo a la catedral para que aplique las medidas correctoras. Eso ocurrió a principios de mes, y todavía esa notificación no ha llegado a la catedral, lo que le hace recelar a éste de la voluntad municipal para cumplir la sentencia. "Me voy a dirigir al Rey para pedirle que interceda y haga cumplir la sentencia", espeta.

La desconfianza de Rus se justifica en la campaña de recogida de firmas emprendida por el cabildo de la catedral para mantener el sonido actual de los toques a misa por considerarlo un bien patrimonial del legado de este templo renacentista. En apenas una semana, se han recogido más de 12.000 firmas. La primera en firmar fue la alcaldesa de Jaén, la socialista Carmen Peñalver, y también lo hizo el primer teniente de alcalde y edil de Medio Ambiente, José Luis Cano, de Izquierda Unida, lo que llevó al portavoz popular, Miguel Ángel García Anguita -cuyo grupo también apoya el sonido actual- a ironizar sobre el "ataque de religiosidad" de los dos socios de gobierno.

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Pero, además, el Ayuntamiento se dispone a modificar las ordenanzas municipales de ruido para preservar la "función social" y la "singularidad" del tañido de las campanas, una medida que, en todo caso, se producirá una vez finalice el expediente administrativo abierto al cabildo para no crear inseguridad jurídica. "Sería una pérdida patrimonial que las campanas dejaran de sonar, y un revés para la declaración de la catedral de Jaén como Patrimonio de la Humanidad", declara José Luis Cano. Su departamento ha encargado también la elaboración de un mapa estratégico de ruidos para tener una foto fija de la contaminación acústica de la ciudad

Claro que, al Ayuntamiento de Jaén se le amontona el trabajo. Otro vecino ha interpuesto una denuncia similar por el ruido de las campanas de la iglesia de San Félix, en la avenida de Andalucía de Jaén. Éstas suenan dos veces al día, más incluso que las de la catedral, que sólo lo hacen los jueves, sábados y domingo, más los festivos.

Pero Jaén no es la única ciudad que hace una defensa a ultranza de sus campanas. En Pamplona, la alcaldesa, Yolanda Barcina, autorizó el repique de las campanas de las iglesias y el sonido de los relojes, con un límite de 90 decibelios, entre las ocho de la mañana y la diez de la noche, por considerarlo una costumbre. Valencia calificó el toque campanero como un bien patrimonial de la ciudad.

Mientras tanto, Antonio Rus dice estar sufriendo una dura campaña de acoso, tanto ciudadano como político. Dice que fue recriminado por un sacerdote que le invitó a abandonar la ciudad. La Asociación Juristas contra el Ruido apela al derecho al descanso. El letrado Francisco Soler recuerda que existe jurisprudencia condenatoria para varias iglesias. "La ley está para cumplirla, da igual que sea una iglesia u otra institución o colectivo", indica.

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