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La 'Centurión' sí tiene límites

El interventor de El Ejido, en prisión, poseía la exclusiva tarjeta de crédito

Juan Antonio Roca adornaba su cuarto de baño con cuadros de Miró. De tú a tú podría tratarle José Alemán, ex interventor accidental del Ayuntamiento de El Ejido (Almería) señalado como cerebro de la trama corrupta. No se sabe si compartía gustos decorativos con el artífice del caso Malaya, pero sí que guardaba en una caja fuerte una colección de relojes valorada en más de tres millones de euros y que poseía una exclusiva Centurión American Express. Con un millón de euros en crédito, esta tarjeta "mágica", como él la llamaba, no está al alcance de cualquiera. A ella se accede por invitación expresa y no más de 300 personas en España pueden presumir de guardar una en sus carteras.

El detenido llegó a cobrar 490.000 euros al mes en el Ayuntamiento
Pagó grandes sumas para ver la final de Rolland Garros o la Champions League

Además de desvelar cómo operaban los implicados en la trama de corrupción urdida para saquear las arcas ejidenses, los 8.306 folios del sumario liberados recientemente por la juez instructora, Montserrat Peña, ofrecen una idea bastante exacta del ritmo de vida que mantenían los acusados, principalmente Alemán y su mujer, Isabel Carrasco, quien pudo eludir la cárcel por su supuesta implicación en el caso tras reunir en un abrir y cerrar de ojos una fianza de 90.000 euros.

En este matrimonio el gusto por el lujo, la ostentación y el derroche ilimitado alcanza sus cotas más altas, tal y como se desprende del sumario, que ilustra un estilo de vida en principio difícil de asumir para una funcionaria y un interventor que admite sin pelos en la lengua haber cobrado del Ayuntamiento de El Ejido mensualidades de hasta 490.000 euros.

Con semejantes ingresos no extraña que Alemán no regateara antes de pagar a tocateja los 1.900 euros por entrada que le costó asistir a la última final de Rolland Garros, de la que gozó en una de las mejores zonas de la pista parisina junto a su mujer, su hermano y su cuñada.

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Obsesionado por reservar sólo en establecimientos con estrellas Michelín -"pero el restaurante ese, ¿está en la guía?"- el ex interventor no se privaba de nada. Viajes a Roma para disfrutar de la final de la Champions League con coche y chófer incluido para toda la estancia, habitaciones de hotel por precios superiores a los 1.500 euros y, también, paseos en coche de caballos por Sevilla junto al alcalde de El Ejido, Juan Enciso, y su mujer, Francisca Aguilera, con los que acudió a la última Feria de Abril, en la que los matrimonios se dejaron ver en la caseta de Agua y Gestión, filial de Abengoa que cuenta con una participación del 70% en Elsur, sociedad para prestar servicios municipales desde la que se orquestó el saqueo.

Su poder e influencia era tal, que Alemán era consultado incluso para arrancar aprobados a estudiantes universitarios. "Te voy a pedir un favor, mi hermano está estudiando (...) y las lleva apretaillas", le pide un colega que interceda. "No te preocupes, a ver si podemos echarte una manica", le responde antes de arrancar en unos minutos un "¡claro!" de una catedrática, para más señas su hermana. A través de este personaje extiende el ex interventor su agenda de contactos. Su cuñado, Julio Iglesias de Ussel, fue secretario de Estado de Universidades durante el Gobierno de José María Aznar. Con otro de los miembros de su gabinete, en concreto con el que fuera secretario de Estado para el Deporte, Juan Antonio Gómez-Angulo, se dejaba ver en Madrid el interventor ejidense.

El hombre de la Centurión, el que se situó a la cabeza de la estructura organizada que, a golpe de favores de naturaleza mercantil, engordó hasta límites aún desconocidos el patrimonio de los 23 arrestados hasta ahora, fue encarcelado en octubre y, desde entonces, permanece entre rejas de forma preventiva.

"Van a hacer el ridículo porque cuando no hay, no hay" dijo Alemán

"Van a hacer el ridículo porque cuando no hay, no hay". En un contexto de corrupción "superlativa", tal y como admite el alcalde accidental, Ignacio Berenguel, en una conversación que obra en el sumario, el interventor y el regidor egidense encarcelado, Juan Enciso, se empeña en negar los tejemanejes que ellos mismos desvelan punto por punto en los más de 8.000 folios de escuchas hechos públicos.

El 15 de mayo, semanas después de que se autorizaran las primeras escuchas sobre cuatro terminales, Enciso no oculta a Alemán su inquietud. "Me han dicho que cuidado con lo que digo, en fin, para que no...". El miedo patente en estas palabras no es óbice para que estos personajes clave de la trama acostumbrados a arañar más poder al poder sigan creyéndose intocables.

"Ni aquí, ni allí, ni en ningún lado hay nada", se reafirma el alcalde, al que arropa de inmediato el interventor. "Han pillado la muletilla, el rollo, el rollo de la fiscalía, y al final van a hacer el ridículo", aventura sin demasiado tino Alemán cinco meses antes de que uno y otro acabaran entre rejas acusados de cohecho, blanqueo, malversación, tráfico de influencias y falsedad documental.

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