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Columna
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Desagravio pendiente

En 1992, quinto centenario no sólo del "descubrimiento" de América y de la "toma" de Granada sino del edicto de expulsión de los judíos, el rey Juan Carlos tuvo el gallardo gesto de revocar éste y, en nombre de la nación, de pedir perdón a los sefardíes por el atropello cometido con ellos cinco siglos atrás.

No se ha tenido con los musulmanes españoles un detalle parecido. Acaba de llegar a mis manos un impresionante documento que lo pone de relieve. Se trata de una carta abierta al Rey escrita por el distinguido hispanista marroquí Mohammed ibn Azzuz Hakim y publicada en Tetuán a principios de este año. Su título: Tragedia del Andalus. Carta a S.M. el Rey de España Don Juan Carlos I en pro de la reparación del agravio hecho a los musulmanes andalusíes expulsados de España.

La carta señala que el 14 de febrero de 2002 se iba a cumplir el Vº Centenario del edicto de expulsión, firmado por Fernando e Isabel, de los musulmanes andalusíes que se negaban a convertirse al catolicismo. Primer acto, o sea, de la tragedia que culminaría con los edictos de expulsión de los moriscos promulgados entre 1609 y 1610 por Felipe III (tragedia inmortalizada por Cervantes en el episodio del moro Ricote, Don Quijote, II, cap. 54). Si en 1992 hubo un excepcional detalle regio para con los judíos, ¿por qué, en 2002 -razona el autor de la misiva- no uno parecido con los musulmanes?

No sabemos si un ejemplar de la epístola llegó a su destinatario. Lo cierto es que todavía no se ha producido el gesto de desagravio solicitado.

La carta reproduce en su totalidad las Capitulaciones para la entrega de Granada firmadas por Fernando e Isabel con Boabdil el 25 de noviembre de 1491. Se trata de un documento extremadamente pormenorizado en el que se asegura a la población musulmana de Granada toda clase de garantías religiosas y sociales "para siempre jamás" (frase repetida diez veces). Tales garantías se respetaron inicialmente, pero en 1493, al exiliarse Boabdil, comenzaron pronto los abusos y, como se sabe, con la llegada a Granada del nefasto cardenal Jiménez de Cisneros, confesor de Isabel, la situación de los musulmanes empeoró gravemente para pronto acabar en desastrosa.

Las fuentes árabes citadas por Mohammad ibn Azzaz Hakim enfatizan que fue la conculcación de las Capitulaciones, que incluía la violación de las mezquitas, lo que ocasionó la rebelión de los musulmanes. Y tienden a la convicción de que "la Tirana de Castilla", Isabel, nunca tenía la intención de respetar aquellos juramentos tan solemnes. Sea como fuera, una promesa es una promesa, ayer como hoy, y la represión de los musulmanes granadinos fue una traición a la palabra dada personalmente por los llamados Reyes Católicos. Por ello la celebración oficial, cada 2 de enero, de la entrega de Granada a los cristianos, reiterada año tras año en esta ciudad (con a veces algún mínimo retoque) nos parece a muchos una afrenta no sólo a los musulmanes en general y a los descendientes de los musulmanes granadinos en particular, sino a la verdad histórica de España. La carta de Mohammad ibn Azzuz Hakim -que estará aquí esta semana- merece una respuesta. ¿O es que un musulmán granadino no vale tanto como un judío?

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