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Columna
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Dinero para los maestros

"Pasas más hambre que un maestro escuela". Durante décadas, esa frase reflejaba una realidad. Por fortuna, las cosas han cambiado.

Más de 1.600.000 niños andaluces, repartidos en 3.236 centros son atendidos por 114.000 docentes. Sus sueldos ya no son de hambre. Pero tampoco se hacen ricos. Por eso, mi sorpresa al escuchar el pasado día 21 a centenares de profesores gritar por las calles de Sevilla que no quieren cobrar un incentivo de 7.000 euros. ¿Acaso les sobra el dinero a los maestros de hoy?

A finales del pasado año, el Parlamento autonómico aprobó la Ley de Educación de Andalucía (LEA). En febrero, se promulgó la orden que desarrolla el Programa de Calidad y Mejora de los Rendimientos Escolares. El salto cuantitativo ha sido brutal. Otra cosa es la calidad de nuestra enseñanza. Si se compara con la de los vecinos europeos, resulta malparada. El último informe Pisa de 2006 (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE) así lo certificó.

La Consejería de Educación pretende corregir ese déficit. El programa de calidad propone incentivar a los profesores. Pero no solo eso. Entre otras cosas, en los próximos cuatro años se aumentará en 15.000 el número de docentes; se contratará a 2.200 trabajadores de servicios educativos y se reducirá el número de alumnos por aula. Pero la oferta de abonar hasta 7.000 euros a cada profesor en el período que abarca el programa ha soliviantado a una parte importante del profesorado.

"No queremos dinero, queremos calidad", gritaban los profesores en las calles de Sevilla. Hablé con uno de los organizadores de la protesta. Enrique Abascal Altuzarra es profesor en el IES Mediterráneo de Salobreña (Granada) y presidente de la Asociación de Profesores de Instituto de Andalucía (APIA). Es rotundo: "Con ese incentivo, sólo se pretende maquillar los pésimos resultados de PISA. Se trata de un soborno al profesorado".

Duras palabras que no comparte Francisco Carbonero, secretario general de Comisiones Obreras en Andalucía: "Rechazamos esa visión reduccionista". CC OO y el otro gran sindicato, UGT, no solo apoyan el programa de calidad, sino que colaboraron en la elaboración de la LEA. Son los sindicatos minoritarios o profesionales los que están contra el programa. Según Enrique Abascal, CC OO lo apoya porque es el "sindicato de la patronal", en este caso la Junta, de la que recibe, dice, cuantiosas ayudas.

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El viceconsejero de Educación, Sebastián Cano, que firmó como consejero en funciones la orden que implantaba el programa de calidad, afirma: "Es radicalmente falso que queramos que el profesorado apruebe a los alumnos a cambio de 7.000 euros". Cano sostiene que la oferta de incentivos se hace porque "se les pide un esfuerzo adicional".

¿Qué esfuerzo? Los claustros deben presentar un plan de objetivos a alcanzar en los próximos tres años para mejorar al rendimiento escolar. Si lo cumplen, sus profesores ganan la gratificación. Como en cualquier otra empresa. Antonio Rodríguez Almodóvar, escritor y catedrático de Instituto durante más de 40 años, cree que en el rechazo al incentivo hay en el fondo un miedo a ser evaluado, mucha demagogia y un alto nivel de corporativismo. Almodóvar sostiene que el profesor cree que con haber aprobado la oposición, ya esta "evaluado" de por vida.

En otras palabras: parece que los malos profesores -que los hay- tienen miedo a que se descubra que no dan ni clavo. Porque es muy burdo pensar que desde la Consejería se pretende sobornar a más de 100.000 personas para que pongan buenas notas y Andalucía apruebe en el próximo informe Pisa. Por cierto: una evaluación voluntaria. De hecho, al último examen solo se presentaron diez comunidades autónomas.

A lo mejor, simplemente se pretende pagar mejor a los profesores. Para que nuestros hijos reciban una mejor educación. Y si es en la escuela pública, mejor.

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