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Columna
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Mercadotecnia

Los empleados eventuales del Ayuntamiento de Sevilla afiliados al PSOE podrán conocer el 9 de diciembre, por iniciativa del grupo municipal de su partido, los secretos electorales de Barack Obama. Es muy interesante. Algo de la línea publicitaria de Obama la conocí por un artículo de Michael Tomasky, en The New York Review of Books del 6 de noviembre. Parece, según Tomasky, que no estamos en tiempos de letra impresa ni comentaristas serios que desentrañen pausadamente en un plató televisivo el significado de la política. Antiguos candidatos como Bush, Gore o Kerry se lanzaban a la conquista de titulares favorables, con gabinetes a la escucha de los nuevos y viejos medios, intentando dominarlos para ganar la campaña. Ha sido otra la línea de Obama, que, a diferencia de Hillary Clinton, no contrató el apoyo de ningún blogger importante: los seguidores fueron animados a abrir blogs a favor de Obama.

La campaña del triunfo se basó en el trabajo de campo, en la calle. En todo el país funcionaron oficinas de apoyo a Obama, que contó con una legión de organizadores pagados y, siempre según Tomasky, gastó en agosto 2,8 millones de dólares en nóminas, un millón y medio más que McCain. Se movilizaron, además, batallones de voluntarios, "contactando amigos, vecinos y compañeros de trabajo". Una de las opiniones nucleares de la campaña de Obama fue que la gente confiaría en el amigo, vecino o compañero que le presentara al candidato como una opción de voto fiable y sensata. A McCain, entretanto, le preocupaban más las victorias de un día en las noticias diarias, que pasan volando.

No sé si algo de esto será lo que cuenten en Sevilla tres asesores de Obama para la conquista del voto hispanoamericano. Los difusores de las estrategias electorales que triunfan en el momento se definen como especialistas en liderazgo y captación de votos. El liderazgo es hoy el concepto clave en la palabrería de los negocios y la política, el cliché esencial.

Patrick Hidalgo, que estará en Sevilla, director del Voto Hispano de Florida, ofrecía en plena campaña de Obama un "taller de liderazgo para los hispanos de Miami". "Forme parte de nuestro equipo en la campaña de Barack Obama (...) equipos de vecinos para un cambio", decía la propaganda del propagandista. El votante podía convertirse en líder, actor del espectáculo político.

Pero la comunidad entre vecinos y compañeros de trabajo debe prolongarse en la Red, en los contactos y amistades virtuales on line. Los últimos estudios sobre cómo vender mejor un producto y estimular su demanda recomiendan técnicas semejantes a las que han utilizado los propagandistas de Obama: la exploración directa de las comunidades en las que se opera, ofreciéndoles información y participación a los posibles clientes, más que exigirles obediencia a un eslogan. La intromisión imperativa en la esfera del consumidor ha sido desplazada por la invitación a que se comprometa con la difusión del producto. Ha sido un método clásico en la venta a domicilio de menaje para la cocina y el hogar.

Y ahora son métodos del mercado del voto que valen para todos los partidos, quizá porque todos comparten las ideas básicas. El problema es cómo ser espectacular de un modo efectivo. Por ejemplo, en la misma Sevilla, en el Parlamento, si la táctica político-informativa del PSOE es reducir a la oposición a la invisibilidad, el PP se ha propuesto ser espectacular a través del eco periodístico de sus jaleos, ampliados siempre por el eco de la irritación del partido gobernante. Es una estrategia vieja y trivial, insustancial, y no creo que le dé votos al PP. Más rentable parece la conversión de los empleados municipales en agentes electorales, la confusión de administración pública y partido, sea el que sea, tan practicada por aquí: la trabazón perfecta de los intereses del votante y el gobernante en redes reales de empleos, inversiones e influencias.

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