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Movilización en defensa de un puente romano de Jaén

Ginés Donaire

El Puente Mocho, levantado entre los siglos I y II, fue una de las edificaciones más singulares del vial romano que unía Cartagonova con Cástulo, camino que después enlazaría con la Vía Augusta. Con una longitud superior a los 100 metros, el puente, que pertenece a los municipios jiennenses de Beas de Segura y Chiclana de Segura, ha sido testigo del paso de distintas civilizaciones. También lo atravesó Santa Teresa de Jesús en su camino para la fundación del convento de los Carmelitas de Beas de Segura. Pero este puente sobre el río Guadalimar no ha podido resistir al paso del tiempo, y su estado se ha agravado coincidiendo con las fuertes precipitaciones de los últimos meses. Tanto es así que los vecinos han dado la voz de alarma sobre el peligro de derrumbe que tiene si no se actúa con urgencia.

"Es precisa una rápida actuación de las Administraciones para detener el proceso de ruina en el que se encuentra el puente", afirma Antonio López, portavoz de la Plataforma Pro-Restauración del Puente Mocho, un colectivo vecinal que en apenas un mes ha logrado aglutinar más de 1.300 firmas exigiendo su restauración. El puente presenta dos grandes grietas en su arco, sustentado únicamente por dos sillares, ya que el resto se han perdido. "En el momento en que caigan esos dos sillares es muy posible que el puente sucumba", advierte Antonio López.

La delegada provincial de Cultura, Mercedes Valenzuela, ha indicado que "la titularidad [del puente] no está definida, pero sea de quien sea, se restaurará y se conservará". Y ha anunciado la apertura de un expediente de protección para que sea declarado Bien de Interés Cultural.

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