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Natsu Nakajima enseña los secretos de la danza butoh a actores andaluces

Margot Molina

Cuando Silvia Garzón llegó a clase, su maestra le dijo: "Olvida que eres una persona". Silvia se convirtió entonces en una piedra, en un pez o, simplemente en humo. El secreto de la transformación no radica en complicados disfraces, sino en el control de la energía que enseña la danza butoh japonesa. Natsu Nakajima, de 56 años, es la máxima autoridad en este tipo de danza que nació en 1958 de la mano de Tasumi Hijikata. La coreógrafa imparte un curso de butoh a 17 actores en el centro Territorio de Nuevos Tiempos (TNT) de Sevilla.

"Lo que diferencia al butoh de las danzas occidentales es que parte de la desaparición de la humanidad para, después, hacer que el bailarín pueda transformarse en objetos, animales o personas", explica Natsu Nakajima, quien aprendió butoh directamente de su creador Hijikata y de Kazuo Ohno, el otro gran maestro. "El butoh nació de la fusión de los principios del teatro clásico japonés con la búsqueda de un lenguaje contemporáneo", comenta Ricardo Iniesta, director del centro TNT en el que profesores de reconocido prestigio de todo el mundo ofrecen, desde hace cuatro años, cursos relacionados con las producciones que se hacen en el centro. Nakajima finalizará mañana el curso que imparte desde hace 17 días y al que asisten los actores que protagonizarán una obra de la que aún no han desvelado el título y que dirigirán Iniesta y Pepa Gamboa. Como Polifemo, los aprendices de butoh tienen que concentrar su energía en un imaginario "tercer ojo" que sirve de eje para el movimiento de todo el cuerpo. "Lo más importante para mí es que nos enseña la técnica pero, una vez que nos vamos conociendo, tenemos libertad creativa", comenta Silvia Garzón, una de las actrices que asiste al taller. "Es la primera vez que un maestro oriental habla de creatividad. Normalmente en el teatro y la danza orientales todo está medido", dice Iniesta. La coreógrafa japonesa, que ha creado piezas para compañías de todo el mundo, encuentra similitud entre flamenco y butoh, un movimiento que abrió el Japón a las corrientes culturales más innovadoras. "Puedo entender el duende del flamenco muy fácilmente porque nosotros también nos servimos de las emociones pero las escondemos", concluye.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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