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Reportaje:

Nuevas aventuras para Sancti Petri

El castillo gaditano, que se alza en un islote, acogerá un restaurante y un museo

El castillo de Sancti Petri ha remozado su cara. Sus paredes son más blancas y sus muros más fuertes. El Ministerio de Medio Ambiente se ha gastado casi cinco millones de euros en recuperar esta fortaleza, aunque la obra se ha hecho sin tener claro cuál será su futuro uso. Ahora el Gobierno sacará a concurso público la explotación de su interior, tras alcanzarse un consenso con los Ayuntamientos que se han disputado durante años su titularidad: Chiclana y San Fernando, en la provincia de Cádiz.

Un restaurante, un museo y una línea de barcos de escaso calado que transporte a los excursionistas será la oferta que se recoja en el pliego de condiciones.

El islote de Sancti Petri está cargado de leyenda. La más popular le atribuye la existencia del templo de Melkart, levantado por los fenicios. En el siglo XVIII se construyó allí el actual castillo. Tuvo fines defensivos y, por eso, sufrió variados ataques. Pero el que más daño le hizo fue el abandono. El Ministerio de Defensa se lo cedió a Medio Ambiente, que es el que se ha encargado ahora de restaurarlo, bajo una potente protección al estar declarado Bien de Interés Cultural y pertenecer al parque natural de la Bahía de Cádiz.

San Fernando y Chiclana se disputan la titularidad del monumento
La rehabilitación de la fortaleza del siglo XVIII ha costado cinco millones

La obra ha permitido recuperar la fisonomía externa del castillo, se han reconstruido los muros que dan al mar. Se ha procurado usar técnicas constructivas compatibles con los materiales históricos. Las cubiertas de madera, que habían sido retiradas para su reparación, se han vuelto a colocar y se han respetado los pozos y arcos originales. Lo único añadido es un pequeño embarcadero de hormigón, para hacer posible las visitas en embarcaciones de pequeño calado.

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Los Ayuntamientos de Chiclana y San Fernando se disputaron en los tribunales la titularidad del islote. Ambos incluyeron este enclave en sus planes generales y pretendieron algún día ejercer su exclusividad. Pero el consenso político y, sobre todo, la crisis económica les ha hecho decantarse por la paz. La propuesta de ambos alcaldes, José María Román (PSOE) y Manuel María de Bernardo (PA), respectivamente, es que una empresa privada se haga cargo ahora de la explotación del castillo, bajo unas estrictas condiciones de mantenimiento y respeto a la rehabilitación realizada.

Previamente hubo varios intentos que no salieron bien. San Fernando promovió una fundación, con representación de instituciones públicas y privadas, para relanzar el uso de Sancti Petri. Chiclana apostó por que el parque natural de la Bahía de Cádiz gestionara sus usos bajo el control de la Consejería de Medio Ambiente.

La consejería ha aceptado la propuesta consensuada de ambas ciudades. Al menos así lo explicó ayer el secretario de Estado de Política Territorial, Gaspar Zarrías, elegido como representante del Gobierno para presidir la inauguración del castillo. "Sacaremos un pliego de condiciones para dar uso a este enclave con el respeto medioambiental y a la estructura del castillo como condiciones básicas", detalló. La idea sugerida ayer es que una misma empresa se haga cargo de la explotación hostelera y museística y también que sea la misma compañía la que organice los viajes por mar desde los muelles de Chiclana y San Fernando hasta la fortaleza.

No será fácil conseguirlo. Cualquier actividad en el castillo está plagada de dificultades. El acceso al islote depende de las condiciones meteorológicas. Su potencial uso se limitará a los meses de buen tiempo y quedarán descartados los días con mala mar. La fortaleza deberá surtirse de generadores eléctricos porque carece de suministro propio. El aforo también es reducido. Es decir, hacer rentable esta concesión será muy complicado. Compañías náuticas como la empresa de excursiones Albarco, que organiza viajes por los alrededores de Sancti Petri, han criticado las reducidas dimensiones del embarcadero construido que restringe las posibilidades a que sus barcos puedan optar a este contrato.

Al castillo le quedan nuevas aventuras por vivir. Ahora presenta una mejor estampa. Con sus paredes más blancas y sus muros más fuertes. Las rocas del islote, eso sí, siguen igual de resbaladizas. Que se lo pregunten a Gaspar Zarrías, quien sufrió un aparatoso traspiés nada más bajarse de la barcaza.

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