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Reportaje:

'Paparazzi' multimedia

Los profesionales de la fotografía se pasen al vídeo porque se paga más

Juana Viúdez

El éxito de los programas del corazón ha obligado a los paparazzi a agudizar el ingenio. Las fotos, a no ser que sean una exclusiva, se quedan obsoletas enseguida y su precio ha bajado al menos un 40% en los últimos años. Las horas de espera, los pequeños pagos por chivatazos o las estancias en hoteles lujosos para estar más cerca de sus objetivos, no se costean. Para compensar, además de la cámara de fotos, ahora también cargan con una de vídeo.

"Los paparazzi son los profesionales del ver sin ser visto, aquellos cuyo trabajo se descubre cuando aparece impreso en las revistas. ¡Quien dice que los paparazzi acosan a los famosos no sabe lo que es un profesional!". Un fotografo con más de 20 años de experiencia puntualiza, con cierta indignación, en qué consiste su trabajo y se queja del daño que les hace el intrusismo. "Invertimos en equipos que cuestan 12.000 euros, con un buen objetivo que permita trabajar y no molestar. Luego llega uno con una cámara de supermercado y como no tiene prestaciones se pone a grabar a menos de un metro del famoso, lo quema y se nos va la guardia de una semana al traste", explica.

Cuando hablan de los famosos, todos resumen la importancia de cada persona con la misma frase y siguen al dedillo la actualidad del corazón. Sus preferidos son los desemparejados porque "la estabilidad no vende" y esperan, como todos los años, que se les presente alguna sorpresa con la que hacer caja.

"Cada vez más, los famosos escogen partir las vacaciones entre dos destinos. Ya no vienen a Marbella el mes entero", explica el reportero gráfico Jorge Ogalla. En sus 19 años de trabajo, asegura que no se ha llevado "malos ratos ni encontronazos". "Algún que otro empujón sí, por la falta de profesionalidad de los guardias jurado", asegura.

"Con Lady Di tuvimos mucha suerte". Ogalla recuerda cuando pillaron a la princesa bañándose en la playa en 1994. Su compañero, Diego Arrabal estaba con él. En entrevistas ha reconocido que la revista Hola pagó 1,2 millones de euros por la foto y luego la quemó porque, al parecer, querían que la princesa apareciera durante un acto en la edición británica. Arrabal, habitual de Marbella, comenzó a trabajar con 16 años, hoy tiene 36.

Tanto él, como otros de sus colegas echan de menos la Marbella de hace 15 años, cuando sus instantáneas se vendían por todo el mundo. "Lamentablemente la mitad de la gente bandera de Marbella ha fallecido. Jaime de Mora o Espartaco Santoni podían ponerte en bandeja a cualquier famoso internacional", añaden.

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No todo tiempo pasado fue mejor. Dan gracias a la superación del "brote de las Yolas y los Dinios", una época en la que se instalaron personajes de segunda fila que "no beneficiaban" a la imagen de la ciudad. Los paparazzi fijan su centro de operaciones en Marbella y aprovechan para desplazarse a Sotogrande (Cádiz), donde también veranean otros personajes. Los más veteranos se asombran del cambio experimentado en su profesión. Ahora se conoce la legislación y no se hacen fotos de puertas para adentro. A nadie se le ocurriría tomar una instantánea de Isabel Preysler en su jardín, porque ninguna revista la compra.

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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