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El Parlamento andaluz más atípico

El nuevo Estatuto, las portavoces, la ausencia de los líderes de la oposición, el alto número de leyes y la sombra de Cataluña han marcado la séptima legislatura

Lourdes Lucio

El 15 de enero saldrá publicado el decreto de disolución del Parlamento de Andalucía y la convocatoria de nuevas elecciones para el próximo 9 de marzo. Será el punto final de una legislatura parlamentaria que ha resultado atípica y excepcional por varios motivos: se ha reformado el Estatuto de Autonomía; aprobado más leyes que nunca (59); los líderes de la oposición no han tenido escaño; las portavocías y la presidencia del Parlamento han estado ocupadas por mujeres; y se ha debatido hasta la saciedad de Cataluña.

LÍDERES AUSENTES Las consecuencias de los fracasos electores

La oposición andaluza ha tenido a sus líderes extramuros del Parlamento, un hecho anómalo que ha generado no pocos problemas en las negociaciones que a diario se han mantenido en la Cámara andaluza, porque cualquier decisión quedaba a expensas de lo que dijeran los líderes ausentes. Ni Javier Arenas (PP), ni Diego Valderas (IU) ni Julián Álvarez (Partido Andalucista) han tenido escaño andaluz a causa del fracaso electoral de sus formaciones.

La doble derrota del Partido Popular en Madrid y en Andalucía, en las elecciones del 14 de marzo de 2004, abrió una crisis en el PP. Arenas, que acariciaba ser portavoz popular en el Congreso, tuvo que desplazarse a Andalucía para coger de nuevo las riendas de su partido en sustitución de la que fue su sustituta, Teófila Martínez.

Valderas ha estado fuera porque no logró sacar escaño en Huelva, su provincia natal; mientras que la crisis interna en el PA arrasó a su líder Antonio Ortega y situó a un desconocido Julián Álvarez en el primer plano. Tanto Arenas como Álvarez han marcado agendas, estrategias e iniciativas desde sus despachos, fuera de la Cámara. En Izquierda Unida, sin embargo, el grupo parlamentario dirigido por Concha Caballero ha gozado de gran autonomía.

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La ausencia de los jefes de los partidos de la oposición en el Parlamento ha provocado que sean mujeres las que lideren los grupos parlamentarios. En el PP, a mediados de la legislatura, Esperanza Oña se hace con la portavocía popular, en lugar de Antonio Sanz. Teófila Martínez,presidenta del grupo, se ha limitado en estos cuatro años a protagonizar las preguntas al jefe del Gobierno, Manuel Chaves, en la sesión de control.

En Izquierda Unida, Concha Caballero no sólo ha asumido la portavocía del grupo sino que lo ha liderado. En el Partido Andalucista, a la marcha de Ortega le sigue la de su portavoz José Calvo. Lo sustituye Pilar González, que en poco tiempo y con el viento en contra ha conseguido hacerse oír.

González, Caballero y la portavoz adjunta del PSOE, Antonia Moro han formado, además, un grupo muy particular -"las primas", se llaman- en el que han prevalecido las complicidades frente a las discrepancias partidarias. Las tres han compartido muchas horas de trabajo en la reforma del Estatuto de Autonomía.

No estaba previsto que ninguna de las tres portavoces de la oposición lo fueran, una circunstancia atípica que también se ha dado en el PSOE. Manuel Gracia, uno de los cuatro diputados que permanecen en el Parlamento desde 1982, ha ejercido de portavoz porque la dirección socialista decidió destituir, en el primer año del mandato y como consecuencia de una crisis interna, a José Caballos.

Por primera vez desde 1982, la presidencia del Parlamento ha estado ocupada por una mujer, la socialista Mar Moreno. Elegida por unanimidad, marcó el rumbo desde el primer día: "Traigo la intención de ejercer el poder para dejar huellas propias de mujer".

Lo dijo en su toma de posesión y lo ha cumplido. Moreno ha impulsado la revisión del lenguaje no sexista del reformado Reglamento de la Cámara -un logro de todos los partidos y otro de los hechos excepcionales de una legislatura en la que el PSOE ha tenido la mayoría absoluta- y ha redactado una resolución, apoyada por todos, para blindar la paridad en las designaciones o nombramientos que corresponden a la Cámara autonómica.

LA REFORMA DEL ESTATUTO Alta abstención

A 11 diputados del Parlamento andaluz (cuatro socialistas, tres del PP, dos de IU y dos del PA) les ha tocado protagonizar uno de las iniciativas más complejas y complicadas de toda la historia de la Cámara: la reforma del Estatuto de Autonomía. De partida, PSOE, IU y PA proponían en sus programas electorales la modificación estatutaria, un objetivo que no figuraba en la oferta del PP.

Al principio, los socialistas pretendían una revisión o relectura de un texto que se había quedado antiguo. En el Estatuto de Carmona, aprobado en 1981, había constantes apelaciones al subdesarrollo andaluz y marcaba metas para salir de ese túnel. El Estatuto de 2007 fija una treintena de nuevos derechos y está atravesado desde el artículo 1 hasta el 250 (el triple del redactado en Carmona, 81 más que la propia Constitución) por un principio: el de que la comunidad sea tenida en cuenta en todos los asuntos que la afecten.

En el Parlamento andaluz, el texto salió adelante sólo con los votos de socialistas e Izquierda Unida. El Partido Popular se incorporó en el trámite del Congreso: las Cortes cambiaron 120 artículos de la propuesta de reforma de la Cámara autonómica que no cambiaron sustancialmente las redacciones iniciales, pero al que se sumó el PP al incluir apelaciones constantes a la Constitución. Figuran más de 60 coletillas del tipo "en el marco constitucional" o "sin prejuicio de la legislación estatal". De este modo, los populares apoyaron un Estatuto muy similar al de Catalán, que recurrieron al Tribunal Constitucional. Los andalucistas no suscribieron en ninguna de las dos cámaras el texto. Lo más amargo de la reforma del Estatuto fue el referéndum de ratificación: sólo el 35,8% de los andaluces fue a votar. El obtuvo el 86,6%.

CATALUÑA Una obsesión

El Parlamento andaluz ha sufrido en esta legislatura un bombardeo de iniciativas e intervenciones con un protagonista: Cataluña. También el calendario de la reforma del Estatuto andaluz y gran parte de su contenido han estado marcados por lo que se proponía en Barcelona y las correcciones que introdujo el Congreso. Pero gran parte de la oposición del PP, en vez de girar sobre el control del Gobierno andaluz, ha estado enfocada hacia lo que hacía, decía o recibía la comunidad catalana. El PP ha convertido en puntos de orden del día del Parlamento andaluz al Gobierno catalán tripartito, el debate territorial con el lema España se rompe y las inversiones del Estado con la queja de que "Cataluña tiene más".

RÉCORD DE LEYES Rodillo y negociación

Uno de los propósitos que se marcó el PSOE al inicio de la legislatura fue el de recuperar el prestigio de la mayoría absoluta tras las elecciones del 14-M. En estos cuatro años se han aprobado un total de 59 leyes, una producción legislativa que no se ha logrado en los seis mandatos anteriores. El rodillo ha funcionado en 11 normas, además de las cuatro leyes de presupuestos de la comunidad. Pero el resto (tres de cada cuatro) ha contado con al menos el apoyo de otro grupo, lo que indica que la mayoría absoluta ha buscado la negociación.

Un total de 19 leyes han salido por unanimidad; cuatro, PSOE e IU; cuatro, PSOE y PA; dos, PSOE y PP; cuatro, PSOE, PP y PA; y una PSOE, PP e IU.

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