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Reportaje:

Ruta de la miseria entre olivos

Centenares de inmigrantes vagan de un pueblo a otro de Jaén sin trabajo

Ginés Donaire

Centenares de inmigrantes, la mayoría del África subsahariana, procedentes de otras provincias españolas donde han finalizado las campañas agrícolas, deambulan estos días de un pueblo a otro en Jaén en busca de unos jornales en el olivar. Aunque este año el flujo migratorio se ha reducido de forma notable por las campañas disuasorias de las instituciones y los sindicatos, no se ha evitado que muchos duerman en la calle. Los olivos en los que tantos sudores dejaron años atrás le son ahora esquivos por la competencia de los parados autóctonos. Una ruta de oeste a este de la provincia de Jaén da fe de ello.

09.00. Aunque sin la presión migratoria de otros años, las 200 plazas del albergue municipal resultan insuficientes. El marroquí Rachid, llegado desde Madrid donde se quedó parado en la hostelería, o el argelino Abdul, procedente de los campos de frutas de Almería, se han visto obligados a pasar la noche refugiados en contenedores sin más abrigo que unos cartones o unas mantas agujereadas. Cáritas ha tenido que abrir esta semana su albergue en el convento de Santa Clara para intentar mitigar estas escenas tan dramáticas. "Son personas que nos han venido muy bien en el campo y en la construcción años atrás y ahora queremos que se vayan, pero tenemos la obligación de acogerlos", reflexiona Juan Carlos Escobedo, presidente de Cáritas en Jaén. - Úbeda. 11.00. "Chico africano, muy trabajador, con carné de conducir, busca trabajo de recogida de aceituna. Gracias". Kebe, un mauritano de 31 años, reparte entre los viandantes una modesta tarjeta en la que se ofrece para la campaña olivarera. Hace mucho frío y decenas de inmigrantes se disputan los rayos de sol que a esa hora temprana se agradecen en el exterior de la estación de autobuses de Úbeda. Cada vez que se detiene un coche, y más si es un todoterreno, muchos de ellos se arremolinan junto a él con la esperanza de que algún empresario se apiade y se lleve a varios para trabajar en sus fincas. Aunque parezca una escena más propia de la época feudal, la misma se sigue dando en muchas plazas y pueblos de Jaén en pleno siglo XXI. No se sabe si habrán influido sus tarjetas de presentación o simplemente ha sido el azar, pero lo cierto es que ese mismo día Kebe, que ha llegado a Jaén tras quedarse parado en Barcelona como jardinero, fue contratado por un empresario de la vecina localidad de Canena, que también le ha ofrecido un alojamiento. Otra buena noticia para una persona que llevaba varios días durmiendo en la calle. Paradójicamente, el mismo día en el que Kebe y otros muchos inmigrantes se veían obligados a dormir a la intemperie (el martes), la Junta de Andalucía informaba que en la red de albergues -800 camas en 23 municipios- había 113 plazas vacías. La limitación a tres días de la estancia máxima en estos centros puede explicar este contrasentido.La Junta ofrece billetes de autobús para que los inmigrantes busquen trabajo en otros sitios, es decir, se subvenciona ese itinerario de la pobreza. Con sólo 19 años, Mohamed ya ha recorrido cuatro albergues de Jaén. Desde la capital hasta La Puerta de Segura, pasando antes por Jabalquinto y Úbeda. Aquí, aterido por las bajas temperaturas, describe cómo llegó a España. "Viajé tres días escondido debajo de un camión, desde Marruecos a Algeciras y de aquí hasta Madrid". Muy cerca de él, Mousat y Mahmadou, de Malí, rememoran su llegada en una patera. Se jugaron la vida y todos sus ahorros en busca de un futuro mejor. Ya llevan cinco años en España, pero éste el primero que llegan a la aceituna de Jaén. Todos presumen de tener sus papeles en regla, pero a todos les apremia el hambre y también la presión de las autoridades. "Tenemos que trabajar seis meses para poder renovar el permiso de residencia, pero si no hay trabajo qué hacemos", se pregunta Mousat. - Villacarrillo. 13.00. Buakari y Balak, ambos de Gambia, han utilizado el billete de autobús para llegar hasta Villacarrillo, otro de los municipios que cada año absorbe más mano de obra extranjera. En su estación de autobuses se agolpan una veintena de inmigrantes. "Nada comparable con la avalancha del año pasado", apunta el dueño del bar, aunque con los mismos tintes de patetismo. "Después de dos días, me estoy comiendo un bocadillo que me han dado en el albergue", dice, amargado, Buakari. Junto a ellos, Kadet, de Costa de Marfil, que se queja de que, en dos años, sólo ha trabajado dos meses en la agricultura. Una pareja de la Guardia Civil vigila todos sus movimientos. Y es que, la Subdelegación del Gobierno ha redoblado este año el control contra la inmigración ilegal y la contratación irregular. - La Puerta de Segura. 16.00. Ya casi en el límite de la provincia de Albacete, La Puerta de Segura es uno de los dos municipios que ha estrenado este año albergue de temporeros (el otro es Porcuna). Hasta allí han llegado Abdulai e Ibramasen, de Senegal, y Donkhor, de Ghana, éste último parado tras ocho años en la construcción en Las Palmas. Apenas un día les ha servido para comprobar que no encontrarán trabajo. Por eso, todos aguardan la llegada del autobús para desplazarse a otro pueblo. Vuelta a empezar

El flujo migratorio se ha reducido pero muchas personas duermen en la calle
J. M. PEDROSA

Aumenta la presión sobre los empresarios

Antes de que irrumpiera con fuerza la actual crisis económica, los inmigrantes se hicieron indispensables en el olivar. Tanto era el desapego de los trabajadores autóctonos hacia las tareas del campo que muchas explotaciones no podían salvarse sin la mano de obra extranjera. Ahora, sin embargo, todo ha cambiado. La escalada del paro ha obligado a las instituciones a buscar fórmulas para recolocar a muchos desempleados de la construcción en el sector primario. Y la campaña de la aceituna en Jaén es un buen indicador de ello.

Tanto la Subdelegación del Gobierno como la Junta de Andalucía insisten en que con los parados locales -50.600 en el mes de noviembre- y los 65.000 afiliados al Régimen Especial de la Seguridad Social (REASS) son suficientes para copar los siete millones y medio de jornales que se esperan en esta campaña.

La inmensa mayoría de los empresarios olivareros de la provincia estableció una relación de complicidad con los inmigrantes, a los que incluso preferían como jornaleros antes que a sus propios vecinos, y la regla general dice que, en la mayoría de los casos, ofrecían alojamientos dignos. Pero también es cierto que otra minoría manchaba el nombre de los empresarios con la explotación laboral hacia los inmigrantes.

El subdelegado del Gobierno, Fernando Calahorro, teme que la crisis sea un "caldo de cultivo" para espolear los abusos laborales. Por eso este año ha dado órdenes para extremar el control de la contratación irregular. Ya en la pasada campaña, la Inspección de Trabajo interpuso 92 sanciones a otros tantos empresarios oleícolas, con multas por un total de 378.000 euros.

El sindicato Comisiones Obreras estima que existe una bolsa de fraude de unos dos millones de jornales que no se declaran. Y UGT ya ha denunciado en esta campaña una veintena de casos de empresarios que se niegan a pagar la cuota de la Seguridad Social de sus empleados, que es de apenas seis euros por día "Falta un mayor compromiso social de los empresarios", sostiene Antonio Marcos, de la Federación Agroalimentaria de UGT.

Otra denuncia que crece cada vez más es la utilización partidista que muchos empresarios hacen de la red pública de albergues. La filosofía de estos centros es servir de tránsito entre la llegada de los temporeros a Jaén y su contratación. La delegada del Gobierno andaluz, Teresa Vega, confía en que el próximo convenio del campo obligue a los empresarios a dar alojamiento a sus jornaleros, algo que ahora no ocurre.

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