_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Subcontratas

La política está cada día más influenciada por la jerga y las técnicas del mundo empresarial. El PSOE andaluz acaba de descubrir el outsourcing, que, resumiendo, no es otra cosa que la subcontratación de servicios. Generalmente, suelen subcontratarse los servicios auxiliares, pero el PSOE andaluz pretende encontrar en el exterior ideas para sus propuestas electorales. Generalmente, el outsourcing obedece al deseo de reducir costos, pero en el caso que nos ocupa se trata de encontrar fuera del partido lo que difícilmente puede encontrarse dentro.

Tradicionalmente, en los partidos de izquierdas los responsables de asuntos ideológicos y de asuntos culturales eran auténticas estrellas. Pero (atención, pregunta), ¿alguien podría decir cómo se llaman los que se ocupan de estos asuntos en el PSOE andaluz y qué tienen publicado? Este anonimato es un producto más del proceso de selección negativa que vienen sufriendo los partidos políticos y, especialmente, los de izquierdas.

Los socialistas han comenzado a promover la creación de plataformas que discutan cuál ha de ser el modelo de ciudad que deben de proponer para el nuevo milenio. Desde luego, no será por falta de ambición: hacer prospectiva sobre todo un milenio no ha de resultar cosa fácil. Sobre todo, cuando hay ciudades andaluzas que carecen de equipamientos y de servicios que ya eran corrientes en buena parte de Europa a comienzos del siglo XX.

Con este propósito, se pretende revivir -convenientemente descafeinada- la experiencia vivida por la plataforma Málaga 2003, una especie de clonación de la iniciativa lanzada en Cataluña por Maragall con el nombre de Ciudadanos para el Cambio. Málaga 2003 tuvo una breve vida. Inicialmente respaldada por los dirigentes socialistas malagueños, fue desautorizada cuando algunas agrupaciones socialistas cayeron en la cuenta de que eso de 'abrirse a la sociedad' podía significar tener que repartir entre más los cargos públicos disponibles. Y, con las cosas de comer, ya se sabe, no se juega.

Ahora el modelo se amplía territorialmente pero se recortan sus competencias: se hablará de ideas pero no de quiénes tendrán que administrar su puesta en práctica. El motor de Andalucía Espacio 2003 es el mismo de Málaga 2003: el arquitecto Carlos Hernández Pezzi, toda una rareza, un intelectual de izquierdas, un rojo inasequible al desaliento de los que ya no quedan, que desentona tanto en el PSOE de Chaves y Zarrías como un pingüino en el Coto de Doñana.

Pero el problema del PSOE no es sólo de falta de ideas. Es evidente que faltan también las personas capaces de ponerlas en práctica. ¿Qué credibilidad puede tener el PSOE andaluz cuando, por ejemplo, pone los 100.000 millones de presupuesto del Ayuntamiento sevillano en manos de Carmelo Gómez, un hombre que carece de instrucción superior y cuya única experiencia profesional conocida consistió en despachar libros en la librería de Alfonso Guerra?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Pedir que haya gente preparada en los cargos públicos no es una manifestación de elitismo -hace casi cuarenta años que la universidad española está abierta a todas las clases sociales-, es sólo la exigencia del respeto que la sociedad merece.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_