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Reportaje:

Verdades a 700 euros

Una empresa malagueña, pionera en ofrecer pruebas de polígrafo a particulares y empresas

Juana Viúdez

¿Quien sabe si no se podría haber evitado el caso Malaya sometiendo a la prueba del polígrafo a Marisol Yagüe, Julián Muñoz o Juan Antonio Roca? En los últimos años esta máquina para detectar la verdad se ha vuelto a poner de moda en España gracias a los programas televisivos del corazón. Ese uso frívolo, que granjea numerosas bromas y chascarrillos, contrasta con su aplicación a nivel institucional y empresarial en más de 90 países entre los que se encuentra EE UU, México, Japón, Canadá, Reino Unido o Israel.

Desde hace dos meses, la empresa malagueña Omnis ha decidido explotar su dimensión más rigurosa ofreciéndolo a particulares y empresas por 700 euros el examen. David Fierro, su responsable de marketing, ve todo un filón en la Costa del Sol. "Su utilización como prevención es utilísima, si ahora se planteara que cada seis meses los empleados de Urbanismo de todos los municipios pasasen por el polígrafo, seguro que todos o muchos se abstendrían de cometer irregularidades, porque los pillaríamos", mantiene.

La prueba ya ha sido requerida en casos de robos, abusos sexuales y conflictos de pareja

Hace apenas 10 días que en sus oficinas, situadas en el centro histórico de Málaga, han recibido el polígrafo digital con el que trabajan -un equipo básico cuesta unos 9.000 euros- y durante la semana pasada realizaron las primeras pruebas a clientes sobre los que guardan absoluta confidencialidad. "Tenemos casos de robos en empresas, presuntos abusos sexuales, conflictos de pareja e incluso un partido político catalán que ha incluido en su programa electoral la promesa de someter a su equipo de gobierno al polígrafo para que los ciudadanos comprueben sus intenciones", asegura Fierro. Por el momento sólo tienen oficina en la Costa del Sol, aunque quieren abrir delegaciones en Madrid y Barcelona.

Rocío Molina, la polígrafa jefe, es la encargada de administrar la prueba, que dura unas dos horas y en las que está a solas con el examinado. Durante el examen le colocan un brazalete para medir el ritmo cardíaco, sensores en las yemas dedos y en el tórax. "Todo el mundo se suele poner nervioso, pero esto no afecta al resultado", asegura. Previamente debe firmar un consentimiento como que realiza voluntariamente la prueba.

Según el currículo de Molina, es titulada por la American Polygraph Association y en los últimos siete años ha realizado 3.000 pruebas. Viene de México, donde mantiene una empresa que tiene entre sus clientes a organismos privados e institucionales. Entre sus experiencias destaca la práctica de la prueba a más de 1.000 funcionarios de prisiones de Colombia hace unos tres años "para determinar si colaboraban en prácticas ilícitas como tráfico de móviles o explosivos" y otro caso en el que el equipo de gobierno entrante en Cancún (México) obligó a pasar por la máquina a 2.500 empleados municipales heredados de la administración saliente.

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En España, su aplicación todavía es escasa. En la empresa aseguran que los jueces comienzan a admitir sus informes como pruebas, aunque todavía no hay sentencias en las que se haga referencia a ello. "Hay estudios de campo y de laboratorio que señalan al polígrafo como la técnica de investigación forense más fiable por detrás de la prueba del ADN", aseguran.

Entre sus aplicaciones, la más rentable, sin duda, es la empresarial. "Lo usan empresas multinacionales como Coca Cola, Fedex y DHL para controlar la honestidad de su personal ante robos o en sus pruebas de selección", apunta la poligrafista. Cuentan que hay candidatos que han confesado sus mentiras incluso antes de sentarse ante la máquina. En el uso particular tienen infidelidades y casos estrambóticos, más típicos de programas de testimonios, como la sospecha de un cliente de que su vecino había violado a su perro.

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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