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Vuelven los caballos con 'pañales'

Un dispositivo evita que los equinos dejen sus excrementos por las calles

Los caballos de tiro para turistas vuelven a llevar pañales en Córdoba. 15 años después del primer intento, los cocheros cordobeses han vuelto a instalar una especie de bolsa de plástico, colocada entre la calesa y los cuartos traseros del animal, destinada a recoger sus excrementos y evitar así que molesten en el casco urbano y, especialmente, en las estrechas calles de los barrios monumentales. Pero por lo que contaban ayer algunos propietarios de estos carruajes, la mayoría no están de acuerdo. Lo hacen sólo para cumplir una ordenanza de 2008 que pactaron sus propios representantes con el Ayuntamiento y que les obliga, no sólo a cumplir con esa medida higiénica, sino a vestir de manera determinada: pantalón a rayas, camisa blanca y gorra o, por supuesto, sombrero cordobés.

El Ayuntamiento intentó aplicar esta medida, sin éxito, hace 15 años

No es la primera vez que se intenta solucionar el problema de las boñigas en la ciudad. La última vez fue en 1995, con un estrepitoso fracaso como resultado, debido a la poca disposición de los cocheros. En la mañana de ayer, el tema de los dodotis -como llaman a los artilugios- era la conversación dominante entre los cocheros de Córdoba. Los de la plaza Campos de los Santos Mártires, frente al Alcázar de los Reyes Católicos, seguían un vivo debate. Y sus críticas eran exactamente iguales a las de 1995. "El animal se caga dentro. Y si es yegua, pues también se orina dentro. Y todo huele fatal. Y meten la cola en la bolsa y luego, al espantarse las moscas, reparten por todos lados lo que había dentro, dejando a todo el mundo perdido. Y qué le decimos entonces al turista", escenifica con aspavientos Amador, uno de los más veteranos.

Ya pero, ¿y qué se le dice al visitante que va paseando y se encuentra con el rastro orgánico de los animales? "Entiendo que es un problema", dice José, pero esta solución no es buena. "Este chisme está pensado para ciudades como Viena, que no tiene 45 grados en verano ni tantas moscas", continúa. "Además, no entendemos por qué el problema somos nosotros", añade Amador. La salida perfecta para ellos es sencilla. "No poner nada y que los barrenderos de Sadeco

[empresa municipal de limpieza] limpien lo que suelten los animales. Así nadie se quejará", ataja Paco.

El caso es que a ninguno de los tres le gusta el invento, como tampoco les gustó hace 15 años, cuando otra ordenanza estipuló lo mismo que la de 2008, y al final nadie la cumplió. Ante la crítica acerca del diseño de los artilugios, la edil socialista de Transportes, María Ángeles Luna, afirma que "las características de los dispositivos no viene recogidas en las ordenanzas, los dueños pueden hacer la inversión necesaria para buscar el modelo que más les guste pero que cumpla la ley". Y recuerda que los cocheros todavía se encuentran dentro del plazo de tres años que se les concedió para adaptarse a los cambios. Con el fin de ayudarles a dar el primer paso, el Ayuntamiento ha invertido 6.000 euros con el objeto de proporcionar dodotis reciclables a los propietarios.

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Tras el fiasco de 1995, durante los tres lustros siguientes, los visitantes se han estado paseando por Córdoba, asombrados de distintas cosas. De sus monumentos únicos y la belleza de sus calles, pero también por la naturalidad y estoicismo diario que sus vecinos demostraban sorteando excrementos de caballo. Junto a la Mezquita, iglesias centenarias o restaurantes de referencia, la posibilidad de encontrar una hez equina era tan real como el olor que despedía. Sólo había que cruzarse por el circuito trazado por las calesas para turistas. Quizás eso no vuelva a repetirse más en una ciudad que aspira a convertirse en Capital Europea de la Cultura en el año 2016.

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