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Reportaje:Aulas

Un compromiso con los hijos

Pocos colegios aplican la figura de padres mediadores impulsada por la Junta

En casa de Mercedes Beneroso siempre se habla de compromiso. Se habla y se practica. Su hija mayor, ya abogada, fue delegada en su clase y una activa defensora de los derechos de los estudiantes. Su hijo Álvaro, de 15 años, es alumno embajador en la clase de 2º H del Instituto de Secundaria Virgen de la Esperanza de La Línea (Cádiz) y ella, la madre, se ha convertido este curso en delegada de clase, una figura que recoge el decreto de convivencia de la Junta para fomentar la paz en los centros educativos pero que, hasta ahora, está siendo poco utilizada. Un ejemplo, en la provincia de Cádiz, sólo tres centros la han desarrollado completamente.

El plan diseñado por la Consejería de Educación animaba a crear la figura del delegado o delegada de los padres y madres de los alumnados en cada uno de los grupos correspondientes a la enseñanza obligatoria. El decreto establecía que sería elegido para cada curso por los progenitores, en colaboración con los tutores de cada clase. Entre sus funciones está la de mediar en la resolución pacífica de conflictos entre el alumnado o los que puedan surgir entre los estudiantes y cualquier miembro de la comunidad educativa.

"Es algo que, una vez que lo asumes, te involucra mucho", afirma una madre

Beneroso se ha dado cuenta en estos meses de curso de que su tarea ha ido mucho más allá. "Ha resultado ser una experiencia muy positiva. Me sorprendió y he visto pronto la importancia que tiene porque los padres no tenemos conocimiento de cómo funcionan los colegios en los que están nuestros hijos", relata Beneroso. En este tiempo ha mediado en algún conflicto menor y ha trabajado en mejorar la integración de los estudiantes inmigrantes, muy numerosos en este instituto.

Paqui Ramos, madre delegada en 3ºB, no ha tenido grandes conflictos con su clase. "Consigues una confianza para entrar de lleno en la raíz del problema. Estás más cerca, conoces a los niños y también a los profesores. El control de lo que pasa en el instituto es más preciso que lo que puede realizar una asociación de padres y madres", dice Ramos.

La figura de progenitores delegados se ha creado también en el colegio Castillo de Fatetar, en Espera, y en el Villoslada de Cádiz. Aquí, uno de sus impulsores ha sido Ignacio Linares. "Los resultados son muy buenos. El acercamiento y la participación de los padres favorecen que haya menos conflictos. En lo que llevamos de curso, sólo hemos tenido un parte con incidencias", explica Linares.

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La orientadora del Instituto Virgen de la Esperanza, Nuria Urbano, también está satisfecha: "Son gente muy activa y participativa. De otra manera, no funcionaría". La Junta atribuye la escasa repercusión de esta figura en los centros en su carácter innovador y reciente.

Las madres delegadas ven otros motivos. "Exige mucho tiempo y voluntad. Yo, por ejemplo, me reúno mensualmente con el tutor para ver cómo va mi clase. Otros no pueden hacerlo", detalla Ramos. "Es algo que, una vez que lo asumes, te involucra mucho", completa Beneroso. Lo dice una madre desde una casa donde el compromiso se ha cargado desde siempre en las mochilas de sus hijos antes de marcharse a clase.

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