_
_
_
_
_
Reportaje:Signos

Los enigmas de un cadáver

De la Rosa cuenta la historia de una investigación en la novela 'Guantes de seda'

Unos jardineros encuentran el cadáver de un mendigo en el Parque Güell. Una fotografía de Concha Piquer y un recorte de periódico con una información sobre un combate de boxeo dan inicio a una investigación. Así comienza la novela Guantes de seda, que ha publicado Julio Manuel de la Rosa (Sevilla, 1935) en Algaida. Narrador de largo recorrido, De la Rosa bucea en la novela en pasiones tan arraigadas en su vida como el boxeo y la literatura.

Uno de los protagonistas de la obra -el señor Andrés- es un jardinero que está a punto de jubilarse y que ama las novelas negras con la sabiduría de un viejo lector. Le acompaña en sus pesquisas Cándido, otro jardinero, mucho más joven y menos versado en cuestiones literarias. Los dos hallaron el cadáver; los dos quieren desvelar qué hay detrás del cuerpo sin vida del mendigo.

"Mi novela no es de boxeo, sino que tiene al boxeo como telón de fondo"
La obra se introduce en la Barcelona de la posguerra
"El boxeo es un deporte muy duro, muy hermoso, pero muy terrible"

De la Rosa los denomina "pareja de indagadores". "Uno, el señor Andrés, es el maestro. Es un gran lector de novela negra, de novela policial. El otro, Cándido, es el aprendiz que pronto se convertirá en maestro. El joven es inquieto. El que tiene la voz del texto y de la experiencia es el señor Andrés, que llena su tiempo con todas estas aventuras para no flotar en el vacío de la jubilación. El señor Andrés y Cándido representan la experiencia y la juventud", dice De la Rosa, que se inició en la narrativa con dos libros de relatos, No estamos solos (1962) y De campana a campana (1964). Entre sus obras figuran, Fin de semana en Etruria (Premio Sésamo en 1971), La sangre y el eco (1978) y Las guerras de Etruria (2001).

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

La afición al boxeo está en el origen de la novela. De los combates en el cuadrilátero y de la furia de dos púgiles que luchan por dinero nace Guantes de seda. "Siendo como he sido siempre muy aficionado al boxeo, pensé que no estaría mal un acercamiento no al boxeo como deporte en sí mismo, sino al boxeo como telón de fondo. Mi novela no es una novela estrictamente de boxeo, sino que tiene al boxeo como telón de fondo. Eso me podía permitir un acercamiento a la España de los años cuarenta, de la posguerra, a la Barcelona de aquellos tiempos tan duros y tan difíciles. Y en todo aquel ambiente, un ambiente canalla y sombrío, podemos colocar la figura de mi protagonista, que es un boxeador", explica De la Rosa. "Este boxeador tiene una característica absolutamente insólita y que pertenece al mundo de la ficción: por las noches se travestía y se convertía en Concha Piquer", puntualiza el novelista.

Hubo una época en España en que el boxeo monopolizaba conversaciones de barra de taberna y forjaba leyendas en muy pocos años. Todo eso desapareció al mismo ritmo que España dejaba de ser un país pobre. "Ahora, el boxeo ni siquiera es popular ni conocido. Antiguamente, a un hombre normal de la calle le preguntabas quién era el campeón del mundo de los pesos pesados y te decía Joe Louis. Ahora no lo sabe", dice el autor de Guantes de seda.

"El boxeo es una metáfora de la vida. La vida ha cambiado. El boxeo es un deporte muy duro, muy hermoso, pero muy terrible. La prensa lo ha sepultado en el olvido; la televisión ha hecho lo mismo. Al no haber veladas, no hay boxeadores. Y al no haber boxeadores, no hay afición. La vida es menos dura hoy que antiguamente, sobre todo desde el punto de vista material", afirma el escritor sevillano.

"Hoy, los chicos ya no van al gimnasio para convertirse en figuras y redimirse y redimir a sus familias. Lo mismo que los maletillas ya no existen. Existen las escuelas de tauromaquia, y los maletillas ya no se echan al camino ni van a torear por la noche a las fincas de los ganaderos", comenta De la Rosa.

Narradores de la talla de Jack London, Ernest Hemingway, Ignacio Aldecoa o Julio Cortázar convirtieron el boxeo en artefactos literarios de una eficacia insuperable. De la Rosa hace hincapié en la grandeza de Young Sánchez, uno de los más célebres relatos de Aldecoa. "Con ese final sorprendente", precisa De la Rosa, que enumera algunos de los detalles que hacen de Young Sánchez una obra maestra del relato. "Aldecoa y yo vimos juntos el combate entre Papp y Folledo. Y también vimos juntos un combate terrible entre Velázquez y Carrasco. Ignacio Aldecoa hilaba muy fino y sabía mucho de boxeo", evoca el novelista sevillano.

De la Rosa también conoció a Julio Cortázar. "Recordaré siempre una cena en Madrid, en la que me contó el combate entre Dempsey y Firpo, que escuchó de niño por radio en Buenos Aires. A la cena asistía un grupo de concienzudos profesores de literatura que andaban con sus complejas tesis doctorales sobre el estructuralismo y otros ismos en la obra de Cortázar. Los profesores se quedaron horrorizados cuando Cortázar se engolfó conmigo en una larguísima charla sobre boxeo", relata De la Rosa.

El novelista Julio Manuel de la Rosa.
El novelista Julio Manuel de la Rosa.ALEJANDRO RUESGA

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_