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Una exposición recorre la obra de Benjamín Palencia hasta la guerra civil

El Palacio Episcopal de Málaga acoge desde ayer una exposición retrospectiva del pintor Benjamín Palencia, nacido en Barrax (Albacete) en 1894 y fallecido en Madrid en 1980. Son 120 obras que serán expuestas hasta el 30 de septiembre, dentro de los actos conmemorativos del décimo aniversario de Unicaja. Para el comisario de la exposición y crítico de arte, Fernando Francés, Palencia es 'el gran desconocido' de la vanguardia española.

Las obras expuestas son sus primeras pinturas y dibujos, producidas entre 1915 y 1940. Bodegones, desnudos, paisajes, composiciones surrealistas, bocetos y carteles son los temas de las obras. Destaca el boceto que Palencia hizo del anagrama de la compañía teatral La Barraca.

Los bodegones pertenecen a su primera etapa, cuando llegó a Madrid con 15 años. Pero frente a la tendencia habitual de empezar a pintar 'desde un punto de vista académico y decimonónico', según Francés, el artista lo hizo con la influencia del cubismo combinado con el nuevo realismo.

Se convirtió en uno de los pintores que 'más estrechamente colaboró con la generación poética del 27'. Durante esta época, el pintor estableció contacto con otros artistas e intelectuales como Francisco Bores, Salvado Dalí, Federico García Lorca, Rafael Alberti o el que sería uno de sus grandes valedores y colaboradores, Juan Ramón Jiménez.

De los bodegones se pasa a obras más surrealistas, producto de su estancia en París en 1926, donde se relacionó con la Escuela Española, caracterizada por la vuelta a la representación figurativa y retorno al orden.

En 1927 creó la llamada Escuela de Vallecas, surgida a partir de sus excursiones con otros artistas por los parajes de la localidad madrileña. Deja los bodegones, interesándose por los paisajes castellanos y convirtiéndose en el pintor 'que mejor los representó', según Francés. En la exposición 'no hay ni un solo paisaje', para resaltar los logros obtenidos por el pintor antes de llegar a su plenitud. Con la guerra civil española, Palencia se centró en los paisajes como forma de distanciamiento, convirtiéndose, según Francés, en un personaje 'arisco y huraño'.

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