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Entrevista:DANIEL RODRÍGUEZ MOYA | Poeta | SIGNOS

"El idioma crece en Latinoamérica"

El poeta Daniel Rodríguez Moya (Granada, 1976) ha obtenido el premio Vicente Núñez de la Diputación de Córdoba gracias a Cambio de planes. El galardón, además de los 6.000 euros de dotación, incluye la publicación de la obra en la prestigiosa editorial Visor, una de las más importantes del país. Antes de cambiar una y otra vez de planes, Rodríguez Moya ya recibió el premio Federico García Lorca de poesía de la Universidad de Granada por Oficina de sujetos perdidos. En la actualidad, el poeta trabaja como periodista y codirige el Festival Internacional de Poesía de Granada.

Pregunta. ¿Qué supone la concesión del premio Vicente Núñez para un poeta joven?

Respuesta. Los premios siempre son relativos, no hacen mejor o peor un libro, pero hay galardones que tienen algo que marca la diferencia y son aquellos que te permiten publicar en una gran editorial. Es el caso del Vicente Núñez. La oportunidad de tener un libro en Visor es el mejor premio que se puede otorgar porque supone entrar en un catálogo impresionante y la garantía de estar presente en las estanterías de las principales librerías.

P. Con su libro anterior obtuvo el Premio García Lorca...

R. Es un premio que encierra un gran inconveniente: hace desaparecer un libro. La Universidad, incomprensiblemente, publica la obra premiada en una colección fantasma. El libro no llega más que a tus amigos y familiares. De cualquier forma, es un espaldarazo importante para un joven que empieza a hacer poemas.

P. ¿Cómo se gestó Cambio de planes?

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R. He ido conformando el libro a lo largo de los últimos cinco años. El germen de Cambio de planes fueron unos poemas muy influenciados por el Eliot de La tierra baldía, también por Luis Rosales y algo por Claudio Rodríguez, uno de los poetas más interesantes del Grupo del 50. Después de estos poemas fui escribiendo otros algo más discursivos, pero a pesar de que formalmente tenían una factura distinta, mantenían una unidad.

P. ¿Cuál es el hilo conductor?

R. Bajo todo el libro subyace la idea de la provisionalidad. El personaje poético que protagoniza Cambio de planes se encuentra como un pasajero en constante tránsito, como si anduviera de un aeropuerto a otro, de escala en escala arrastrando siempre las mismas maletas pero cada vez más pesadas. Por eso el primer poema es una reflexión desde la infancia, que es un material muy delicado. La metáfora de unos juguetes rotos como si de los restos de un naufragio se tratase me sirven como punto de partida para tomar conciencia de la provisionalidad, pero no desde un punto de vista pesimista. No hay queja o llanto en el tono del libro, sí una aceptación de las reglas del juego para así poder llevar más lejos la partida.

P. ¿Cuáles son los poetas que más le interesan?

R. El abanico es amplio. La línea poética que une a Cernuda con algunos poetas del 50 como Ángel González o Gil de Biedma y que desemboca en poetas actuales como Luis García Montero es para mí una referencia fundamental, no exclusiva pero sí decisiva. Cierta poesía de posguerra, y en especial la de Luis Rosales, me parece también fundamental, dejando aparte ideologías políticas con las que no simpatizo. Luis Rosales fue falangista, de acuerdo, pero a pesar de eso es un poeta inmenso. Yo lo llevo en mi equipaje poético. Y cada vez me interesa más la poesía latinoamericana. El idioma crece en Latinoamérica. Es allá donde el lenguaje tiene unos matices y una sonoridad distinta de la poesía hecha en España. Leo muchísimo a Gioconda Belli, a Juan Gelman, a Pacheco...

P. ¿Cree que hay buena comunicación con los poetas latinoamericanos?

R. Una comunicación relativa. En la era de las comunicaciones, de Internet, creo que aún no se ha conseguido que exista una fluidez entre ambas orillas del idioma, y creo que puede deberse en parte a cierto ombliguismo de la poesía española. En América Latina existe un grandísimo interés por lo que se escribe en España, un interés a mi juicio poco correspondido.

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