Esta nevera tiene arte

La nevera en Cuba no es un electrodoméstico. Los fríos, como se denominan en la isla, son heredados de padres a hijos, se les considera un miembro más de la familia. Pero la revolución energética de Fidel Castro acabó con el peculiar parentesco al sustituir en 2006 el viejo frigorífico americano por uno nuevo fabricado en China. Cuando el régimen castrista aparcó los voluptuosos aparatos por su excesivo consumo, 52 fueron rescatados como soporte artístico. Tras pasar por museos de París y Milán, se exhiben por primera vez al aire libre en Sevilla.

Las customizadas neveras -el 60% funciona- están en la céntrica plaza San Francisco desde hace dos días, de 10 de la mañana a 10 de la noche. Permanecerán ahí hasta esta noche. Después, a Barcelona. "Buscamos su cuarta dimensión, queríamos hacerlas inmortales". Así concibió Mario González, Mayito, su obra Aquí los atardeceres son más apacibles: inspirado en un libro ruso de similar título, reproduce el malecón de La Habana. "Pero en Cuba es todo lo contrario, hay mucha penuria, mucha zozobra".

El régimen cambió los viejos aparatos americanos por unos chinos

Un confesionario y el malecón de La Habana integran también la muestra

Entre los fríos que funcionan como tal hay un confesionario lleno de basura, un automóvil, y uno atravesado por la flecha de Cupido. Y otros, como la radio con altavoces, han reorientado su uso. También están los que representan el arte por helarte: un féretro, obra del actor Jorge Perugorría, que se llama Good bye Rocco, en honor a la nevera de mismo nombre que aparece en la película Como agua para Chocolate. Dentro del congelador de Rocco yace la máquina que le daba vida.

El proyecto de los 52 autores surgió en 2005, antes de que se produjese la revolución energética. Una decena de artistas preparaban otra exposición en casa de Mayito cuando a su amigo Roberto Fabelo le dio por pintar una sirena en el frío. A Mayito se le ocurrió la idea: compró neveras, que costaban unos 160 euros, otras se las regalaron o se las dejaron a 10 euros porque estaban estropeadas. Cuando llegó a 52, las pintó con una base gris y dejó que las transformasen en obras de arte.

Para la conversión de los fríos, Mayito cedió el terreno de 600 metros cuadrados que asoma delante de su casa, en el pueblo de Alturas de Belén, en la provincia de La Habana. Y cuando concluyeron, expusieron las neveras en la capital de su país y en Madrid.

El proyecto tomó impulso en 2009, cuando entraron a formar parte de la plataforma cultural Habana 7 Cultura, propiedad de la marca de ron cubano. Desde entonces los tuneados frigoríficos se mueven por grandes capitales. El año próximo, irán a Seúl (Corea del Sur) y están en negociaciones para exponerlos en Nueva York.

Cuando concluyan la muestra, mantendrán juntas a las 52 itinerantes máquinas. No han vendido ninguna, aunque la organización señala que ha habido propuestas, porque el colectivo entiende el proyecto como un conjunto inseparable. Mayito quiere que acaben sus días en una fundación o en un museo, a ser posible en el de arte contemporáneo de La Habana.

Mientras, aguarda paciente. "Las neveras han estado presentes a lo largo de tres generaciones. La General Electric, La Westing House... Tienen cincuenta años, son parte de la historia de Cuba, de todas las familias". En el último medio siglo ha sido así por cuestión de necesidad, pero el frigorífico, chino o de la nacionalidad que sea, sigue siendo fundamental en el país del verano eterno. Tanto que la madre de Mayito tiene tres en su casa.