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Reportaje:MÚSICA | Entrevista

Cantaor del cubismo

Amelia Castilla

Como creador Enrique Morente se siente como una esponja. El cantaor sabe que cuando se mete en el estudio para grabar un disco entra por una puerta pero suele salir por otra completamente distinta. Cada grabación se convierte "en una especie de tornado" en el que se funde el pasado del flamenco con el futuro de cualquier música posible. Pablo de Málaga, su nuevo trabajo discográfico, en el que lleva inmerso más de tres años y en el que recrea textos de Picasso, comenzó como una ilustración de una serie de cuadros históricos del pintor malagueño y ha acabado como un estudio sobre el silencio del cante, un proceso en el que se ha embarcado con el batería Eric Jiménez.

Claro que en el caso de Morente (Granada, 1942) decir que ha acabado un disco no sería del todo correcto. Su perfeccionismo -"muchas veces creemos que en la perfección se oculta el motivo del arte pero, a veces, he dejado una cosa tan perfecta que me la he cargado"- o su obsesión por decir más de lo que ha dicho, le lleva a no colocar nunca el punto final. A Morente hay que quitarle literalmente de las manos los discos para poder editarlos. Personalmente nunca escoge lo fácil. Eso que lo hagan otros. "Me gusta el efecto del arte pero no el efectismo", cuenta el cantaor. Para ilustrar su credo artístico recurre a una anécdota que ilustra bien su talante: "Había una siguiriya que cantaba en los festivales con la que tenía el éxito asegurado. Era difícil de voz y si respirabas bien y alargabas el tercio el público se emocionaba, pero dejé de cantarla. No me gustan los oles donde se esperan".

"Creía que en la perfección se ocultaba el motivo del arte pero, a veces, he dejado una cosa tan perfecta que me la he cargado"
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A lo largo de la conversación los silencios "que no se oyen pero se sienten" volverán a aparecer de forma recurrente. El cantaor promete en sucesivas entregas nuevas modificaciones de la Soleá de la campana, una de las canciones del disco, pero con o sin el punto final, Pablo de Málaga suena ya como un trabajo arriesgado y surrealista. Empieza con el cante por derecho pero enseguida aparecen los melismas de la búsqueda constante del cantaor en pos de un cante nuevo. Su amigo el poeta Rafael Inglada le facilitó en el año 2003 en Málaga los primeros textos del Picasso escritor. Empezó a trabajar con La llave del ojo malagueño, una pequeña antología de textos españoles de Picasso en la que se reúnen 48 fragmentos de prosa poética donde Picasso habla de Málaga, de las corridas de toros, de las comidas de su madre y de las cosas que tanto le gustaban cuando era niño. En el disco, cuya portada va ilustrada con una guitarra dibujada por el pintor en 1929, priman los temas de Picasso, mezclados con temas populares y una adaptación de unos versos de Góngora. "Hubiera sido más fácil cantar las páginas amarillas de la guía telefónica", asegura. "Picasso no ponía puntos ni comas y ni un verso tiene que ver con el anterior. Sus letras no son fáciles de cantar, no escribía con rima, se puede considerar como una escritura automática, de textos muy seguidos".

A lo largo de su carrera, Morente ha recreado las obras de grandes poetas en las letras de sus canciones: Miguel Hernández, San Juan de la Cruz, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Antonio Machado, Lope de Vega, Fray Luis de León, Nicolás Guillén pero ¿qué fue lo que le llamó la atención sobre Picasso?, ¿casan el surrealismo y el flamenco? "Se trata de un trabajo sobre un pintor que ponía tres narices y cuatro bocas a una cara y a mí personalmente me encanta que la creación tenga un riesgo. Sin eso no hay sorpresa", aclara. Su voz seca puede sonar como un grito desolado o cargada de preciosismo barroco, aunque su intención es que el álbum se escuche como un fandango. Hay temas lánguidos y bellos como Borrachuelo con aguardiente o Pan tostao y con reminiscencias electrónicas como Angustia del mensaje pero la química se invierte cuando suena Guerni-Irak, uno de los temas más impactantes, convertido en el típico collage morentiano, en el que los gritos del público en un concierto se escuchan como un lamento: "Quería ilustrar el cuadro de Picasso, contar el desgarro de esa mujer que echa la cabeza hacia atrás con la boca abierta, expresar el grito de lamento tras un bombardeo y eso, lo hiciera como lo hiciera, no iba a sonar muy comercial". Algo del cubismo de Picasso del que, incluso, se escucha su voz en el disco hablando de España, debe habérsele pegado al cantaor. Morente parece sonreír con los ojos. Su mirada se ilumina cuando una idea divertida pasa por su cabeza, algo que le sucede con frecuencia y, en muchos casos, para reírse de sí mismo. "Me hice cantaor para ejercer de andaluz, una profesión tan respetable como otra cualquiera. Los que me conocen saben que soy contrario al chovinismo, pero me gusta mucho que Picasso sea tan bueno y malagueño".

Morente vive en un carmen (casa solariega) en el Albaicín, un barrio de casas blancas al que se accede por cuestas laberínticas de calles estrechas y empedradas. A los pies de su ventana crecen las chumberas y los cipreses mientras pastan los caballos y la Alhambra se alza majestuosa en el horizonte. A medida que avanza la tarde, cuando la luz va perdiendo luminosidad, el paisaje gana en intensidad. Desde el salón de su casa, presidida por un óleo de su amigo José María Sicilia y un traje de torero de su yerno Javier Conde, enmarcado como un cuadro, sólo se escucha el canto de los pájaros. La televisión está encendida sin sonido mientras el cantaor calienta café para los recién llegados. Acaba de hablar por teléfono con su hija, Estrella Morente, que vive en Málaga y a la que produce sus discos; Aurora, su mujer, atiende a su madre enferma; su hija Soleá prepara un examen final de Filología Hispánica, y su hijo, conocido como Kiki, da sus primeros pasos como cantaor.

Fue también en ese barrio donde Morente nació y se hizo cantaor. Su aprendizaje, como el de los flamencos de casta, fue autodidacta. De los viejos maestros del género, el ronco del Albaicín aprendió la ortodoxia. Creció escuchando en la radio a los antiguos, especialmente a Antonio Chacón. "Antiguamente la gente que tenía radio, que no eran muchos, la ponían muy alta para que se supiera que la tenían", recuerda. Su voz rota carece de antecedentes profesionales, aunque su madre "cantaba muy bien por saetas". En esos años de infancia, la gente se reunía en las tabernas y más de una vez se ganó un vaso de vino dulce por su buen hacer. Eso fue después de ejercer como niño cantor de la catedral y antes de partir para Madrid a los 17 años para desarrollar su carrera.

Su primer disco, Cante flamenco, se publicó en 1967 y a estas alturas de su carrera ha pasado por todas las discográficas. Sin embargo, Pablo de Málaga, el número 23, será editado conjuntamente por Caimán Records y Discos Probéticos, un sello creado por él mismo hace años. "En este momento de metamorfosis de las discográficas prefiero estar libre. Soy un cantaor que vive de los encargos. Si Carmen Giménez no me hubiera pedido una canción cuando se inauguró el Museo Picasso de Málaga este disco no existiría".

A estas alturas, Morente se erige como una de las grandes referencias del flamenco junto con Paco de Lucía. Podría vivir del confort de la situación ganada pero prefiere vivir en constante experimentación. Hace apenas un mes anunciaba que colgaba en la red Omega, uno de sus discos más controvertidos, un homenaje a Poeta en Nueva York, grabado con Lagartija Nick, con el que actualmente se encuentra de gira, y ya prepara el que será el espectáculo de Pablo de Málaga -hubo un momento en que dudó en titular el disco Pablo el de Málaga y convertirlo en un flamenco más- que representará, apoyado por un audiovisual, en diferentes teatros. La presentación oficial de su nuevo trabajo se realizará en Gernika a mediados de junio. En el intervalo prepara también otra actuación con Pat Metheny en Barcelona. Guitarrista y cantaor coincidieron en Sueña la Alhambra y ahora prepararan la actuación vía correo electrónico, Metheny desde Manhattan y Morente desde el Albaicín. "No sé lo que va a salir, pero no me preocupa. Muchas veces cuando vuelvo a casa de actuar y la familia me pregunta cómo ha ido, respondo: 'ileso".

Pablo de Málaga se publica el 10 de junio (Caimán Records). Enrique Morente presenta hoy Omega en el Primavera Sound.

Enrique Morente, en su casa del Albaicín.
Enrique Morente, en su casa del Albaicín.CRISTÓBAL MANUEL

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