Escenarios de un crimen
Los surrealistas se apropiaron de las fotos callejeras de Eugène Atget, deliberadamente "antiartísticas", y Walter Benjamin recordaba que aquellos caminos de París estaban representados como si fueran "escenarios de un crimen". La fotografía es persuasiva, se presta a ser descontextualizada, a parecer más enigmática, más melancólica, o sencillamente más real -¿hiperreal?- con el fin de ser expuesta en galerías, museos, o a ser publicada en forma de libro. Ahí radica hoy su ser absolument moderne, tal como pedía Rimbaud. El vínculo que une la imagen fotográfica con el mundo ha cambiado por completo el carácter de la representación.
La exposición de José Manuel Ballester (Madrid, 1960) es un buen referente para aclarar cómo el espectador aprende a ver desde otros puntos de vista a partir de los "instrumentalizados" contactos con el arte. Veintiocho fotografías analógicas y digitales de gran formato, escrupulosamente producidas, que descubren los paisajes urbanos de las nuevas babilonias chinas, se presentan como "escenarios de un crimen" en los que apenas podemos identificar sospechosos. Sin rastros de vida, estas megaurbes orientales -Hong Kong, Pekín, Shanghai, Zhengzhou- aparecen ante nosotros en el instante del reposo de su rápida transformación, vigiladas por el artista desde inmensos vestíbulos en construcción, almacenes en penumbra, puertos, puentes, edificios, o el frágil esqueleto de bambú que un día conformará una ciudad sin historia, dispuesta a ser habitada por millones de personas. La ilusión objetiva que crean estas hiperarquitecturas le sirve a Ballester para reflejar emociones. Es la condición humana "reificada" en la imagen de inmensas moles de hormigón y cristal. O la apariencia de nuestra sensibilidad ausente. La fotografía misma como signo. En el trabajo de Ballester, la idea de lo fotográfico no reside en preservar el pasado -la experiencia histórica- como ha sido característico del medio, sino que postula una unidad entre las emociones y una cierta temporalización de la historia que mira al futuro, pues el impresionante skyline chino es el "signo de la futura muerte" (Barthes) de unas ciudades narcisistas, orgullosas de su copia fidedigna.
JOSÉ MANUEL BALLESTER
'Hiperarquitectura e hiperdiseño'
Casa Asia. Avenida de la Diagonal, 373. Barcelona
Hasta el 20 de julio
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