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ARQUITECTURA

'La casa es un refugio para la mente'

Anatxu Zabalbeascoa

Kazuyo Sejima (Ibaraki, 1956) es la mayor entre la generación joven de arquitectos japoneses y la menor entre los mayores. 'Soy como un puente, y cuando uno está en el medio no está en ningún sitio', dice con humor. Originalmente vestida, asegura que también le hubiera gustado diseñar moda, y tiene un físico tan menudo que todo en ella, hasta la picardía, recuerda a una niña. Luego comienza a fumar, saca una voz profunda y en sus afirmaciones hay originalidad, pero desaparece la inocencia. Entonces declara burlona que el único héroe en su vida es Rem Koolhaas.

PREGUNTA. Entre los maestros de la generación anterior a la suya, usted trabajó con Toyo Ito ¿Heredó de él el gusto por una arquitectura evanescente?

'Se necesitan también ideas poderosas capaces de rehacer ciudades caóticas'
'Busqué nuevas formas de entender la riqueza más allá de la ostentación: como comodidad, privacidad, amplitud espacial'
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Edificios etéreos

RESPUESTA. Del Ito con el que trabajé durante seis años sí heredé el gusto por la levedad. Del actual no me siento tan cercana, creo que se ha suavizado mucho. Con él, aprendí a convertir una idea en un edificio, algo fundamental para un arquitecto. Para mí, la arquitectura son edificios, por eso lo que se queda en concepto o en idea y no se materializa me interesa menos. Ito era capaz de afrontar muchos problemas y mantener el concepto de un diseño.

P. De la sombra de un maestro pasó a proyectar la suya propia sobre un arquitecto diez años más joven que usted: Ryue Nishizawa.

R. Trabajaba en mi estudio y tenía mucho talento. Llegado un punto quiso independizarse, pero yo no quería perderlo: por eso le ofrecí asociarnos. Somos muy distintos, podemos discutir los proyectos y eso es bueno para los edificios. Nos complementamos.

P. Como arquitecta asegura estar más interesada en hacer preguntas que en construir certezas. ¿Por qué?

R. Vivimos en un tiempo de incertidumbre, el mundo camina hacia una necesaria convivencia de ideas, gentes y costumbres muy distintas y, en ese contexto, la arquitectura no puede ser inflexible. Debe ser adaptable, incierta y dinámica. Con todo, se necesitan también ideas poderosas capaces de rehacer ciudades caóticas. Los arquitectos deberán trabajar para producir esos dos tipos de edificios: los cambiantes y los potentes. La profesión del arquitecto está ahora muy dividida en especialistas. Hoy nos codeamos con ingenieros y podríamos hacerlo con científicos, diseñadores, biólogos o matemáticos. Cuanto más diálogo exista en la arquitectura, más dinámicos serán los edificios.

P. ¿Cree que cuestionar el funcionamiento de los edificios tendrá repercusiones más allá de la arquitectura?

R. Creo firmemente que muchas cosas se pueden hacer mejor de otras maneras. No creo en ningún tipo de jerarquía ni en las arquitectónicas ni en las sociales, ni en las constructivas ni en las que organizan el interior de una casa. Tampoco creo en los tópicos como familia feliz o policía servicial. Eso forma parte de una herencia que tenemos derecho a cuestionar.

P. ¿Y cómo la cuestiona?

R. No siendo dogmática con mis edificios. La mejor fachada no son grandes ventanales, pero para algunos edificios lo mejor sí es el cristal. Es tan importante proteger del frío como del ruido. El salón no tiene por qué ocupar el centro de la casa. La privacidad de una vivienda no debe buscarse sólo en los dormitorios. Me interesan los espacios que funcionan como lugar de reunión y, a un tiempo, como habitación en la que poder estar aislado. Me interesa conseguir intimidad en un espacio compartido. Al fin y al cabo, eso es lo que es una casa.

P. ¿A qué obedece esa manera de discurrir, de utilizar algo tangible y funcional como la arquitectura para hacer preguntas?

R. Cuando la economía japonesa pasaba por un buen momento, los encargos que te llegaban eran del tipo: una casa para una familia adinerada que transmita esa buena posición de sus habitantes o un edificio de oficinas capaz de comunicar el poderío de una empresa. O aceptabas esos encargos, con esas condiciones, o te quedabas sin construir. Pensé que se podía comunicar la riqueza de otra manera. Decidí pensar nuevas formas de entender la riqueza más allá de la ostentación: como comodidad, como privacidad, como amplitud espacial. Los arquitectos tenemos la obligación de pensar soluciones más allá de las respuestas habituales. Es la única posibilidad de tratar de contribuir al tiempo paradójico en el que vivimos.

P. Con todo, algunas de sus viviendas han sido tachadas de inhumanas.

R. Sí, porque se cerraban a un mundo exterior que para los habitantes de la casa resultaba hostil. En general suelo criticar las viviendas acristaladas, abiertas en exceso o con demasiadas ventanas. La relación con el exterior es importante, pero también lo es la intimidad. La casa es un refugio, no sólo del cuerpo, también de la mente de las personas.

La arquitecta japonesa Kazuyo Sejima.
La arquitecta japonesa Kazuyo Sejima.MANOLO S. URBANO

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