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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una colección excepcional

En primer lugar, no deja de sorprender la escasa vibración pública de nuestro país ante el acontecimiento del incremento patrimonial con que se ha beneficiado el más importante museo español que, como es sabido, figura además entre los mejores del mundo en su especialidad, lo que significa que, a la escala internacional que corresponde el caso, nos hallamos ante la noticia cultural más relevante, museológicamente hablando, del año 2006. Esto es exactamente lo que ha ocurrido, en primer término, cuando, durante el pasado verano, se hizo público que el Museo del Prado había adquirido lo mejor de una de las mejores colecciones privadas del mundo de pintura de bodegones, después, como no podía ser menos, de una compleja y prolija negociación entre la dirección de la institución y el propietario, y tras lograr la decisiva intervención del BBVA que sufragó financieramente la operación mediante el sistema de pago en dación.

LO FINGIDO VERDADERO. Bodegones españoles de la colección Naseiro adquiridos por el Prado

Museo Nacional del Prado

Paseo del Prado, s/n. Madrid

Hasta el 7 de enero de 2007

Hasta al más lego en la materia no puede pasarle inadvertido que el ingreso de una vez de 44 cuadros de entre los siglos XVII y XIX es algo hoy absolutamente excepcional, aunque el recipendiario del conjunto sea uno de los mejores museos del mundo, pero si además, como es el caso, el lote es de carácter monográfico y la naturaleza de su contenido se refiere a un asunto, como es el bodegón español, que hoy es lo más comercialmente disputado en cualquier subasta internacional y lo que buscan con más ahínco los museos rivales, ningún adjetivo calificativo, por muy superlativo que fuera, para describir lo acaecido, podría estimarse enfático o exagerado. Por todo ello, superando la perplejidad y la melancolía, no he podido evitar esta declaración de principio y de principios, incluso posponiendo la información precisa y el comentario crítico de lo que ahora se exhibe en el Museo del Prado como presentación de las obras recién adquiridas de la colección Naseiro.

Analizando pieza por pieza, como lo hace en el texto del catálogo con indisimulado entusiasmo A. E. Pérez Sánchez, máxima autoridad española en la materia, nos encontramos que hay, al menos, una docena de artistas que se incorporan, por primera vez, a la colección, y que, cuando no es así, se trata, no pocas veces, de obras magistrales. Como recordará cualquier buen aficionado, en 1983, Pérez Sánchez, a la sazón director del Prado, organizó una muestra memorable sobre el bodegón español, a partir de la cual, propios y extraños, no sólo quedamos deslumbrados, sino que fue el pistoletazo de salida para la sucesión internacional de exposiciones, investigaciones y publicaciones sobre la materia, y, por supuesto, para la correspondiente puja comercial en progresiva alza para adquirir a toda costa obras de este campo. En este sentido, junto a los nombres más tradicionalmente acreditados, como Sánchez Cotán, Zurbarán, Meléndez o Goya, fueron apareciendo autores y obras hasta entonces poco o nada conocidos, y, por tanto, apenas apreciados, pero que hoy han adquirido máxima estima y han situado al bodegón español entre los más singulares de las diversas escuelas nacionales tradicionalmente consideradas como las más reputadas, la italiana, la francesa, la flamenca o la holandesa.

Pues precisamente son estos autores ahora reivindicados, poco o nada representados en la colección del Prado, los que protagonizan la exposición que ahora se exhibe. Me refiero a Juan Fernández el Labrador, Pedro de Camprobín, Pedro de Medina, Ignacio Arias, Antonio Ponce, Juan de Espinosa, Gabriel Felipe de Ochoa, Gabriel de la Corte, José Ferrer, Juan Bautista Romero, Miguel Parra, José Romá, Santiago Alabert... Junto a ellos, se incorporan asimismo obras magistrales, significativas o muy interesantes de Van der Hamen, Tomás Yepes, Luis Meléndez o Bartolomé Montalvo. Ante este benéfico aluvión, con razón Pérez Sánchez concluye su texto de presentación del catálogo afirmando que "el Prado cuenta ahora con un conjunto de obras maestras excepcionales, de todos los artistas que han cultivado este tipo de pintura desde los orígenes del género hasta el siglo XIX". El curioso puede también consultar el texto complementario de Javier Portús, comisario de la muestra, donde se pormenoriza la historia de los sucesivos ingresos de pinturas de bodegones en la institución. Por último, sólo quiero añadir que quien visite la actual presentación de lo adquirido, sepa o no sepa sobre el asunto, recibirá sin duda un impacto inolvidable.

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