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TEATRO

Lo que es justo

Javier Vallejo

Su uso indebido puede producir daños irreversibles en la vocación del espectador". Este aviso debería inscribirse en la portada de las obras teatrales, igual que se advierte en los prospectos de los medicamentos sobre los efectos secundarios de una mala dosificación. A Carlos Arniches en las últimas décadas se le ha montado con más pena que gloria, se le ha usado para hacer pasar por taquilla a un público nostálgico, dejando de lado el ángulo más mordaz de su humor. Porque hay obras suyas que, aunque tienen el pulso de su tiempo, se lo siguen tomando al nuestro. Como El señor Badanas, escrita para José Isbert (protagonista luego de guiones cinematográficos tan arnichescos como los escritos por Rafael Azcona, El cochecito, de Ferreri, y El verdugo, de Berlanga). Esta tragicomedia grotesca, semiolvidada durante décadas, se ha repuesto en España, en un montaje de Francisco Vidal que lleva un año en gira, y en Buenos Aires, en una versión libre de Claudio Gallardou con La Banda de la Risa, en la que resuena con fuerza la crisis argentina.

El señor Badanas habla sobre la justicia. Presionado por Melitona, su ambiciosa esposa, y por su cuñado, el funcionario del Estado Saturiano García Badanas, se presta a destituir a un subalterno que se ha atrevido a encararse con el ministro. A cambio, se le asciende... y se le encomiendan nuevos trabajos sucios. La contrafigura de Badanas es Carrascosa, el destituido, quien, cargado de razón, se planta frente a su casa día tras día, como un cobrador del frac avant-la-lettre. El actor Francisco Hernández hace de él una versión madrileña de Jekyll y Hyde: es una buena persona transformada por arranques de cólera, y por contracciones que le dan un aspecto aterrador. El clímax tragicómico se produce con la entrada en escena de la hija de Carrascosa para advertir a Badanas de que su padre, armado, ha irrumpido en la casa, pero el momento de la pieza que más resuena hoy es cuando Melitona pide al intruso que salga y éste le replica, con la autoridad del agraviado, que es ella quien se ha metido en su casa y quien le obliga a atreverse a todo. Bien dirigido e interpretado por 16 actores, este montaje hace reír a lo largo de dos horas y media, y da mucho que pensar sobre por qué obras como ésta, bien dibujadas y con carga ética y social, han sido desplazadas de la cartelera no por otras equivalentes de autores de hoy, sino por monólogos en los que se habla en primera persona de la imagen que un personaje tiene de sí mismo, de sus neuras, de sus problemas sexuales.

El señor Badanas. Teatro Cuyás. Las Palmas de Gran Canaria. 31 de enero, 1 y 2 de febrero.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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