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Entrevista:Matthias Goerne | MUSICA | Entrevista

"La obsesión por la audiencia acabará matando el arte"

Ni le obsesiona el éxito ni está dispuesto a perder su independencia artística. Desde muy joven, el barítono alemán Matthias Goerne (Weimar, 1967) lleva las riendas de su carrera con rigor y sentido común, cualidades que hoy parecen haber perdido muchas estrellas emergentes de la ópera que se han apagado antes de tiempo por perseguir el éxito a toda costa. Goerne hace exactamente todo lo contrario. De entrada, mantiene la ópera a dieta en su agenda: el lied es su medio de expresión natural y prefiere la intimidad del recital, lejos de las presiones que impone el mundo de la ópera. "Los jóvenes cantantes son como cometas, tienen talento pero se queman antes de tiempo por no resistir la tentación del éxito fácil y rápido", afirma recordando que la única forma de sobrevivir es diciendo no a las presiones de teatros, agentes artísticos y discográficas. El próximo 25 de agosto acudirá fielmente a su cita en la Schubertiada de Vilabertran (Girona), único festival español consagrado al legado de Franz Schubert y sus contemporáneos románticos. Cantará lieder de Schubert, su compositor fetiche, junto al pianista Alexander Schmalcz. Unos días después, el 2 de septiembre, actuará en la Quincena Musical Donostiarra como solista de los malherianos Kindertotenlieder, con la Joven Orquesta Gustav Mahler dirigida por Jonathan Nott. Detesta la superficialidad en la música, advierte de que "la obsesión por la audiencia acabará matando el arte" y habla con orgullo de su dedicación al lied. "Amo el lied por encima de todo, pero más allá de los géneros, lo que busco es mantener pura la esencia del canto, que no es otra cosa que emocionar al público con la música y con lo que se dice a través de ella".

"Muchos cantantes se acercan al 'lied' sin una formación literaria. No se puede cantar a Schubert sin haber leído a los poetas del romanticismo alemán"

Muchos amantes del lied afirman que Schubert crea adicción. Para Goerne, quizá el mejor intérprete schubertiano de la actualidad, si hay que hablar de adicciones prefiere cargar la responsabilidad en el intérprete. "Schubert crea lazos muy intensos porque sus canciones transmiten sentimientos y emociones profundas, pero el genio de un compositor siempre necesita del intérprete capaz de transmitir al público la vida que late en las partituras. La adicción al lied llega a través del intérprete".

Quien le ha visto en escena dando vida a Papageno -su imagen vestido de payaso y montando en bicicleta en la producción de La flauta mágica dirigida escénicamente por Achim Freyer es uno de los iconos de la moderna historia del Festival de Salzburgo- o en la desesperada infelicidad de Wozzeck, no lo olvida fácilmente. Los teatros lo persiguen, pero sus triunfos escénicos -Hans Werner Henze compuso para él su ópera L'upupa, que pudo verse en el Teatro Real de Madrid- no alteran su pasión liederística. "Sólo hay divismo en la ópera, porque el mercado lo impone y la ópera es hoy un mercado que lo devora todo. Hace veinte años aún era posible encontrar cantantes que sólo se dedicaban al lied, no hacían ópera. Hoy se han perdido muchos buenos cantantes que, habiendo tenido éxito en recitales y conciertos, se lanzan como locos a hacer carrera en los teatros".

En la distancia corta, Goerne transmite una sinceridad poco común en un mundo marcado por la vanidad, los caprichos y las estupideces de tantos divos. "Es que cantar lied imprime otro carácter. Es cuestión de vocación, formación y trabajo duro, porque debes trabajar concienzudamente para dominar los recursos, los colores, los matices, la intención de cada palabra, cómo adelgazar el sonido de tu voz para conseguir transmitir el matiz justo. No todos los cantantes sirven para el lied y, en mi caso, poder decir no a un teatro de ópera es un privilegio, una excepción".

Como ejemplo del desquiciamiento que reina en el mundo operístico, Goerne se refiere al Festival de Salzburgo, al que regresa hoy para ofrecer un recital con lieder de Wolf y Liszt. "Antes, debutar en el Festival de Salzburgo era la gran meta de un cantante, un logro al que se llegaba después de una carrera internacional de éxitos, pero ahora, la presión de agentes artísticos y discográficas lo ha convertido en una plataforma de lanzamiento de nuevos artistas que, de hecho, inician su carrera en Salzburgo. Es el mundo al revés. Los jóvenes cantantes quieren ser famosos muy pronto para ganar más y trabajar poco. Y así les va".

En el terreno discográfico, sigue embarcado en la ambiciosa Edición Schubert que graba para el sello Harmonia Mundi: tras su espléndida versión de La bella molinera con Christoph Eschenbach, acaba de grabar la cuarta entrega de la colección, esta vez acompañado al piano por Ingo Metzmacher. "Con la crisis de la industria del disco cada vez era más difícil plantear nuevos proyectos, lo que primaban eran los resultados a corto plazo, así que tuve que dejar una gran multinacional (se refiere al sello Decca) porque no podía llevar a cabo los proyectos que me interesaban. Por suerte, en Harmonia Mundi tengo libertad absoluta para escoger los programas de cada disco y no tengo que soportar ninguna presión".

Habla con profundo respeto de los grandes liederistas del pasado siglo, como su maestro Dietrich Fischer-Dieskau, Hermann Prey o Hans Hotter, pero marca distancias con el pasado y con los mitómanos que permanecen anclados en el ayer. "Cada intérprete debe buscar su camino, su propia personalidad, yo pertenezco a otra generación y, respetando la herencia de Fischer-Dieskau, busco mi propio camino, manteniendo viva la curiosidad por explorar repertorios sin ataduras. Actualmente hay muchos cantantes que se acercan al lied sin tener una adecuada formación literaria y es una pena, porque no se puede cantar a Schubert sin haber leído a los grandes poetas del romanticismo alemán".

También en sus incursiones operísticas Goerne otorga máxima importancia al enfoque psicológico de los personajes. "Me atraen los personajes complejos, como Amfortas de Parsifal, o Wozzeck y pienso afrontar Wotan en el futuro, pero aún es pronto, quiero esperar unos años. De todas formas, me gustaría abordar El anillo del nibelungo con otra tradición wagneriana, más transparente, y hacerlo con un montaje serio y coherente. Hoy en los teatros rara vez ponen en escena una ópera, lo que hacen es poner en el escenario los idiotas y pequeños pensamientos de un director de escena. Y yo no soporto esa manía de hacer cosas diferentes porque sí, sin ninguna lógica teatral ni justificación musical alguna".

Está deseando volver a Vilabertran, en cuya Schubertiada actúa año tras año -"es uno de mis sitios preferidos del mundo, es como estar en casa, tiene una atmósfera única". Sin caer en fatalismos, Goerne advierte de que, entre el envejecimiento del público y la crisis económica, muchos teatros y festivales van a pasarlas canutas. "En Estados Unidos la situación es espantosa. No hay ayudas del Gobierno y muchas orquestas y teatros han reducido la presencia de solistas o, sencillamente, han cancelado nuevas producciones. La crisis también se nota en Europa y, aunque el futuro no invita al optimismo, creo que la mejor solución es abandonar los planteamientos puramente comerciales y apostar por la calidad para recuperar y ganar públicos".

Matthias Goerne. 25 de agosto. Schubertiada de Vilabertran (Girona). Lieder de Schubert. Alexander Schmalcz, piano. 2 de septiembre. Quincena Musical Donostiarra.Mahler: Kindertotenlieder. Joven Orquesta Gustav Mahler. Director: Jonathan Nott.

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