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Asha Miró y Soler Pont retratan la globalización en positivo en 'Rastros de sándalo'

Antes que la literatura fue la vida. La relación entre Asha Miró y la que hoy es su agente literaria, Anna Soler-Pont, se inició en 2002. Soler-Pont estaba en trámites para adoptar a una niña ya algo mayor, y quería conocer a alguien que hubiera vivido en carne propia esa experiencia, "y por muy increíble que parezca, no sabía quién era Asha", afirma. Un amigo común las presentó, y ya en su primer encuentro cimentaron unos lazos personales y profesionales que fructificaron en varios libros firmados por Miró y que ahora culminan con la publicación de la novela Rastros de sándalo, editada por Planeta en castellano y por Columna en catalán. La han escrito a cuatro manos y de las historias de sus tres protagonistas emana un retrato "en positivo" de la globalización.

Rastros de sándalo se desarrolla en un triángulo geográfico cuyos vértices son Addis Abeba, Bombay y Barcelona. La novela cuenta la vida de tres niños huérfanos con un destino dispar que, ya adultos, acabarán encontrándose en la capital catalana. Ellos son Solomon, que gracias al programa de ayudas concedido por el Gobierno de Fidel Castro en la década de 1970 a los niños huérfanos etíopes de la guerra de su país con Somalia tuvo una sólida educación en Cuba, y las indias Muna, que ha logrado convertirse en estrella de Bollywood, y Sita, cuya principal obsesión de niña era ser adoptada y encontrar así una nueva familia.

Tres historias duras

Las tres son historias duras, pero con final feliz gracias a la voluntad de superación de sus protagonistas. El relato de vida de los pequeños sirve a las autoras para hablar de asuntos como el trabajo infantil o la adopción, sobre la que ofrecen una reflexión crítica. "Estamos en contra de la modaboom de las adopciones, de la frivolidad que lleva a decir que los niños adoptados siempre están mejor que en sus países de origen. Muchos padres adoptivos deberían pensárselo dos veces", argumenta Soler-Pont. En cuanto a las reflexiones sobre la globalización, Miró explica que ésta es positiva si se entiende no como una pérdida, "sino como una suma de elementos, de conocimientos, de solidaridad, de justicia. Los sentimientos son universales, compartidos por personas que tienen vidas totalmente distintas". Y es esa globalización, "la de los sentimientos", la que se retrata en la novela. "El mestizaje es imparable, de eso habla el libro. Y también de que éste sólo es posible desde el respeto", asegura la agente literaria, comisaria del programa La cultura catalana a Frankfurt 2007.

Cuentan las autoras que para escribirlo se han fijado en sus propias experiencias como hija y como madre adoptiva, respectivamente, pero también en la de muchas personas reales que han ido conociendo en los lugares donde transcurre la novela. Eso sí, han tenido que cambiar el nombre de los protagonistas porque, al pasarlos por el cedazo de la ficción, probablemente ya no se habrían reconocido a sí mismos.

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