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Columna
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Aviso para navegantes

Joan Subirats

En el ya famoso timón que Artur Mas se llevó a su despacho de la plaza de Sant Jaume, figuran una serie de consejos que su abuelo consideraba esenciales para una buena navegación. Lo que no nos aclaran es la dirección hacia la que queremos navegar. En estas primeras semanas han ido perfilándose algunos elementos que indican rumbo: la declaración de principios sobre el talante business friendly del nuevo Gobierno, los cambios en los rótulos de las consejerías, la combinación de especialización técnica de buena parte de los titulares de las consejerías y la fuerte centralización política que asumen sin paliativos el presidente y su equipo más cercano. Artur Mas no se ha significado en exceso en este periodo. Todo apunta a que sus visitas a Madrid van en la dirección de reforzar el papel de CiU en momentos especialmente complicados en la gobernación general del Estado, sin olvidar los esfuerzos por recomponer la tambaleante situación económica, tanto la de la propia Generalitat como la que afecta en especial al sector financiero.

Tengo la sensación de que el nuevo Gobierno catalán avanza sin cartas de navegación demasiado precisas

Los primeros pasos de los flamantes consejeros apuntan a vacilaciones y a cierta bisoñez en algunos casos, mientras que en otros quizás se han pasado de frenada. No puede afirmarse con alegría que "Nissan marca el camino" para apuntar por dónde pueden venir la recuperación y el alcanzar la promesa de reducir a la mitad las abultadas cifras de paro en esta legislatura. La señal que se da al sistema productivo y a los trabajadores es que solo con el deterioro de las actuales condiciones laborales, ya de por sí muy erosionadas, podremos recuperar empleo. Por otro lado, mal empezamos si consolidamos la idea de que lo mejor es que todo el mundo vaya a la escuela a la que fueron sus padres o madres. El hecho de dar puntos en caso de desempate para el acceso al sistema público en base a ese factor histórico apuntala la continuidad en los itinerarios formativos y puede reducir la necesaria y conveniente movilidad y mixticidad en el sistema educativo. La gestión de la supresión de los 80 kilómetros por hora ha estado plagada de contradicciones e improvisaciones. Me parece que hacer publicidad de las mutuas privadas o cargar contra el personal sanitario por no cumplir sus obligaciones tampoco es una buena manera de enfocar el espinoso tema de la sanidad y del gasto público que implica.

En general, tengo la sensación de que se avanza sin cartas de navegación demasiado precisas. También es cierto que no es fácil orientarse en un escenario en el que las viejas certezas no funcionan y aún no sabemos con qué sustituirlas. Pero, en ese caso, es mejor apuntalar lo que uno argumenta y las decisiones que postula. La falta de datos y de análisis sobre lo que sucede hace mucho más vulnerables y aventuradas las afirmaciones que uno lanza. El déficit de evaluación de políticas públicas en Cataluña es tremendo. Es cierto que en algunos sectores, como la sanidad y la investigación, se ha avanzado notablemente, pero la falta de valentía para hacer transparente lo que se sabe y someterlo a debate dificulta la toma de decisiones con suficiente legitimidad. En otros casos, como educación (perdón, enseñanza), servicios sociales o cultura, el sistema dispone de algunos datos, pero desconectados, coleccionados sin pensar en que sirvan para los que deben decidir. En política las evidencias no son necesariamente el único elemento a tener en cuenta para elaborar políticas y programas de actuación. Junto a las evidencias conviene disponer de argumentos convincentes, y en el fondo lo decisivo es la capacidad de persuasión para construir mayorías que sustenten lo que uno quiere hacer. Pero a medida que se va avanzando y las evidencias son pocas; los argumentos, variables, y solo queda la capacidad de persuadir, los riesgos de caer en la demagogia o en el accidentalismo del día a día crecen enormemente. En fin, la nave va, pero conviene estar atento al rumbo.

Joan Subirats es director del Instituto de Políticas Públicas de la UAB.

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