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Baltasar Porcel recibe sepultura cerca de sus míticos almendros de Andratx

Unas 200 personas asisten al entierro del escritor en su paisaje literario

El cuerpo derrotado por el cáncer del escritor Baltasar Porcel (Andratx, 1937), aquel "ángel rebelde" que retrató su primer mentor, Llorenç Villalonga, reposa desde anoche en su tierra patria del poniente de la isla de Mallorca. Los restos del autor fallecido el miércoles en Barcelona, a los 72 años, descansan en un humilde nicho familiar cerca de las tumbas de los personajes con historias y entornos que transformó en alimento para su escritura.

Cantaban atronadoramente las cigarras y hacía "un sol que cremava el cul a les llebres", llamativa e imitada frase deslumbrante que Porcel situó en su libro Solnegre (1961). Unas 200 personas, entre ellas decenas de personalidades políticas y culturales, baleares y catalanas, soportaron un atardecer agobiante en el patio del Ayuntamiento andragense. El castillo de Son Mas fue enlutado para la ceremonia civil y laica de homenaje al hijo ilustre del municipio, de 10.800 habitantes Presidió el entierro el presidente balear Francesc Antich y acudió el ex presidente catalán Jordi Pujol.

Ningún literato de Mallorca ha generado tanto eco en su muerte

Sonó 'El jorn del judici', verso de arranque de la telúrica La Sibila, canción antiquísima de la navidad mediterránea, así como la agonía oscura La ximbomba fosca (un guiño a su título teatral de 1962) y el poema de Joan Alcover La reliquia. Un grupos de amigos y editores, así como su viuda (Maria Àngels Roqué) y sus hijos (Alexandre y Violant) leyeron textos seleccionados entre los 80 libros del extinto autor.

En la hora de la puesta de sol, sin que aflojara el tremendo calor y tras la procesión a pie hasta el cementerio, Porcel quedó inhumado -Pujol permaneció junto al nicho con la familia mientras un sacerdote rezaba una breve oración-. Ya es un "difunto bajo los almendros en flor", según el título de la novela que le encumbró, en 1970. Los árboles -reales y recreados en la literatura- que florecen en enero pueblan los bancales vecinos al cementerio empinado desde el que se otea un pedazo del Mediterráneo. En aquel lugar sepultaban extramuros a los heterodoxos, ateos y republicanos. La tumba del autor de Les primaveres i les tardors está cerca de la de otro aventurero, el pionero escritor de teatro en catalán Jaume Roca.

Ningún literato de Mallorca ha generado tanto eco en su muerte como Porcel. Posiblemente fue más masivo el entierro del financiero mallorquín Juan March -personaje recreado por el novelista y periodista- en 1962. Pero ni Robert Graves, fallecido y enterrado en Deià en 1985, ni el citado Llorenç Villalonga, en 1980, suscitaron tanto interés.

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Andratx se volcó con su paisano, que puso su topónimo en el mapa de la literatura antes de que quedara unido al turismo selecto y, finalmente, su paisaje costero fuera destrozado por el urbanismo salvaje y la corrupción. Porcel insultaba en público a los responsables de las salvajadas contra el paisaje.

El Ayuntamiento de centro izquierda que sustituye a la mayoría de derechas cuyo alcalde fue detenido en 2006 dedicará una calle y alzará un monumento a Porcel. Ya existe un instituto con su nombre y se convoca un premio literario en su honor. Pueblo pobre, seco y cerrado, feudo de contrabandistas, pescadores y campesinos, el escritor lo mitificó al abandonarlo en los años sesenta para triunfar en Barcelona.

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