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Tribuna:TRIBUNA
Tribuna
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La Barcelona metropolitana que necesita Cataluña

Hoy es el día de la resurrección del Área Metropolitana de Barcelona. Resurrección y reinvención. Se trata de un paso histórico que viene a rectificar uno de los mayores errores estratégicos cometidos en nuestro país en los últimos 30 años. Y se trata de la configuración de una nueva institución, de un nuevo gobierno, acorde con los tiempos y, sobre todo, con las expectativas.

Con el acuerdo de todos los grupos políticos, se otorga reconocimiento institucional a la realidad metropolitana de Barcelona, que constituye el núcleo duro demográfico, económico y social de Cataluña y, en consecuencia, uno de los principales motores económicos del sur de Europa. Así, finalmente, se reconcilian la legalidad institucional y la realidad social.

En día tan señalado no puedo dejar de recordar y de reivindicar la figura de Pasqual Maragall por su visión, su pasión y su determinación por pensar Barcelona en grande y por construir la ciudad real, la ciudad metropolitana. Esta pasión le llevó a defenderla hasta el límite -y en solitario-, en el momento en que se cometió la insensatez de disolver la institución que la regía, hace ya 24 años. Al recordarlo no me mueve el resentimiento, sino un afán de justicia y de reconocimiento de la visión de Pasqual Maragall y, por encima de todo, la voluntad de aprender de una amarga lección con vistas al futuro.

Por suerte, hoy, la nueva Área Metropolitana de Barcelona inicia su andadura con el capital impagable del máximo acuerdo político, que expresa una firme voluntad de solidaridad metropolitana, y con la convicción compartida de que las instituciones arraigan mejor si en su proceso constituyente y en su momento fundacional cuentan con el apoyo de todas las fuerzas políticas que actúan en su ámbito. Esta voluntad de acuerdo constituye hoy por hoy el principal activo de la nueva institución.

Pero estoy convencido de que muy pronto otros activos vendrán a reforzarla si a la voluntad fundacional se añade el trabajo tenaz y constructivo para desplegar con plenitud la nueva ley metropolitana; si somos capaces de ofrecer unos servicios mejores, más integrados y más eficaces a los ciudadanos de los 36 municipios metropolitanos; si compartimos proyectos y estrategias de futuro; si fortalecemos las instituciones al mismo tiempo que simplificamos su estructura y su funcionamiento; si contribuimos a la recuperación del dinamismo económico, a robustecer la cohesión social y territorial y a vertebrar un territorio más sostenible y mejor conectado; si, en definitiva, comprendemos la necesidad estratégica del instrumento metropolitano y cambiamos de escala para pensar y actuar en grande, aprovechando fondo nuestro potencial, proyectándonos y compitiendo en un mundo más exigente que nunca.

A la ciudad de Barcelona le corresponde liderar este proceso de cooperación, a la que puede y debe aportar el valor añadido de su historia bimilenaria y de su condición de capital política de la nación, para dar así peso específico a la ciudad metropolitana. Barcelona ha de ejercer esta responsabilidad desde el más profundo respeto a cada uno de los municipios metropolitanos, con voluntad de servicio, poniendo todo su potencial político y técnico a disposición de una estrategia conjunta de promoción económica, de políticas de vivienda, del transporte, de infraestructuras, así como de la gestión de la ordenación urbana y del medio ambiente. Esta estrategia y gestión, además de proyectarnos en el mundo, deben evitar la dicotomía entre el centro y la periferia de la metrópolis.

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Estoy convencido de que a partir de ahora la Barcelona metropolitana será vista, entendida y tratada como un gran activo de todo el país, como su motor económico imprescindible, como la verdadera force de frappe de Cataluña, que nos permite ser identificados en todas partes y competir en el mundo. Nos ha costado, pero al final hemos vuelto otra vez al punto de partida correcto, dispuestos a emprender un nuevo recorrido. Nada nos impedirá que, ahora sí, construyamos la Barcelona real, la que necesita una Cataluña fuerte.

Jordi Hereu es presidente del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Barcelona y ha sido presidente, hasta hoy, de la Mancomunidad de Municipios del Área Metropolitana de Barcelona.

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