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El Boss desata el entusiasmo en el Camp Nou

Decenas de personas se quedan sin entrar por culpa de las falsificaciones

Ocurre cada vez, cada vez es prácticamente igual pero siempre acaba siendo emocionante como la primera vez. Se apagan las luces del estadio, la multitud brama como exigiendo un esfuerzo a sus tripas y entonces aparece él. Esta vez lo hizo con 20 minutos de retraso pero nadie dijo nada, limitándose la multitud a responder a los tres saludos que hizo desde el centro mismo del escenario: "Hola Barcelonaaaaa". Era Bruce Springsteen, de nuevo él, de nuevo en Barcelona y de nuevo resultó emocionante. Empujó con sus pulmones el ya famoso "one, two, tree, four" y No surrender marcó el inicio una nueva celebración con el Jefe. De nuevo en casa.

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El público estaba en pie, dejando claro que en los conciertos de Springsteen se paga el asiento sólo para descansar antes de que comience el recital. Con todo el estadio en pie, presidido por la "senyera" y la bandera norteaericana que remataban los laterales del escenario, Sprignsteen atacó Radio nowhere para poco después desatar ya del todo la alegría del Camp Nou con Out in the street, pieza en la que Clarence Clemons sintió el cariño del público barcelonés al irrumpir en el tema con su saxo. El calor era asfixiante pero la música hacía que el público sólo se fijase en que a esas alturas de la actuación, justo en los inicios, el Jefe ya estaba empapado.

Y lo notó porque en la siguiente pieza, The promise land, Springsteen se paseó por el frontal del escenario dejándose ver aún más cerca al tocar una armónica que el públcio le pedía con carteles que ya llevaba preparados ante la eventualidad. Él, claro, la regaló tras la pieza. Hungry heart volvió a desatar la locura colectiva y antes del Summertime blues, Springsteen recogió algunos carteles mediante los cuales el público le solicitaba temas. Así, más adelante improvisó las interpretaciones de piezas como Janice don't you lose heart, Waitin'on a sunny day o Backstreets, fruto directo de los deseos de la audiencia y por supuesto no incluídas en el programa que la E Street Band debía tener bosquejado.

Con detalles como este, Sprignsteen sometió a una multitud a la que sólo ofrecía, tal y como es costumbre, un espectáculo basado en la entrega. Todo el mundo se sabía las canciones, todo ese mundo de jóvenes, personas adultas, sexagenarios e incluso septuagenarios que se dieron cita en el Camp Nou. Debe ser que Sprignsteen es como el fútbol, gusta a todo el mundo. Gestos como besar a Patti Scialfa tras Brilliant disguise, dirigirse al público en catalán, así presentó Livin' in the future y en este idioma saludó en repetidas ocasiones, o dejarse caer en las primeras filas para ser sostenido por el público durante la interpretación de Mary's place son gestos que ayudan a calar, ablandando cualquier resistencia -e incluso olvidar que fue Bruce quien musitó a Patti que apoyara la cabeza en su hombro en un gesto que pareció demasiado calculado-. Pelillos a la mar.

Con el concierto lanzado a toda velocidad, era sólo cuestión de ver cómo iban cayendo los himnos del Jefe. The river llevó a las parejas a mirarse; Because the night hizo cantar hasta a los vendedores ambulantes de cerveza; The rising puso a levitar el estadio. Ese era Springsteen, un rockero al que si en cierta ocasión se le vió cansado, al fin y a la postre ya no es un chaval, se le vió siempre superándose para abordar una nueva pieza exigiendo todo de pulmones, estómago y garganta. Ese punto físico, rotundamente masculino, agreste y noblote es la marca de la casa, sin duda una de las causas que provocan el inmenso impacto emnocional que provoca Springsteen.

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El tramo principal del concierto acabó con una categórica Badlands, tras la que Jefe y banda desfilaron a camerinos para regresar a los bises con la emotiva Jungleland, presentada al ser captado en las pantallas un cartón con el nombre de la pieza sostenido por un seguidor... El delirio en forma de Born to run que convirtió el Camp Nou en una inmensa fideuà de brazos alzándose al cielo. Un espectáculo, una vez más el espectáculo, el más sencillo espectáculo del mundo: el rock & roll . Y se llamó una vez más Bruce Springsteen. Quién lo vea en su segundo concierto, que espere lo mismo, pero con otras canciones.

La noche quedó ensombrecida por el casi centenar de personas que no pudieron ver el concierto porque habían comprado entradas duplicadas. La mayoría de los afectados son de Vilafranca del Penedès y habían adquirido las entradas en puntos de venta oficiales.

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