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Crítica:DANZA | Wim Vandekeybus
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Brillante tormenta de baile

Estremecedor, brillante, aéreo y salvaje es el baile de nieuwZwart (nuevo negro) el angustioso espectáculo que Wim Vandekeybus ha creado para su compañía Última vez y cuyo estreno mundial tuvo lugar la noche del sábado en el Mercat de les Flors. Esta coreografía se gestó en Bélgica, residencia habitual de la compañía, pero se ha finalizado tras una estancia de una semana en el Mercat, coproductor del espectáculo. La pieza se representará también del 14 al 17 de mayo.

Vandekeybus es un maestro a la hora de plasmar en escena la angustia que corroe al ser humano y en nieuwZwart el espectador siente desde el principio de la obra un nudo en la garganta que le asfixia, mientras afloran en su mente sus miserias y percibe la fragilidad que le convierte en victima de sí mismo y de los demás. El mago Vandekeybus arroja con su varita al público en los cráteres oscuros que pueblan el escenario, ese pozo oscuro y cruel que le atormenta. Lo logra a ritmo de rock. Un rock agresivo y en ocasiones convertido en tormenta natural que interpreta en directo el autor de la partitura Mauro Pawlowski junto a Elko Blijweert y Jeroens Stevens; los tres tocan sobre una plataforma que pende del techo.

NIEUWZWART

Coreografía: Wim Vandekeybus. Música: M. Pawlowski. Mercat de les Flors. Barcelona, 9 de mayo.

Arrollador

En esta coreografía del creador belga flota solapadamente la alegoría de la caverna de Platón, alma y mente se enfrentan como dos enemigos feroces que convierten a los intérpretes en animales salvajes que trepan por montañas, cruzan ríos o intentan huir de las pasiones que les convierten en prisioneros. El vocabulario arrollador y vanguardista de Vandekeybus noquea al espectador desde el principio del montaje a través de una galerna de baile en la que los siete intérpretes, que sorprenden por su juventud (tres mujeres y siete hombres, que también firman la creación), se muestran como unos consumados acróbatas y unos soberbios bailarines. Sus cuerpos esculpidos por el gesto agresivo se retuercen o alzan un vuelo desesperado contra un muro que no logran derribar. El lenguaje gestual es rico y versátil. La única objeción es que mantener durante 75 minutos un baile con un tono tan agresivo llega a agotar al espectador, que hacia al final de la obra empieza a flaquear y a aburrirse.

Una de las mejores bazas de nieuZwart es Gavin Webber, un magnífico y guapo actor que recita en escena los textos de Peter Verhelst, y que forma parte activa del espectáculo.

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Mención especial merece la escenografía, obra también de Vandekeybus, una especie de papel dorado inmenso que se convierte en bosque, conciencia y mar de sus atormentados habitantes. Hipnótico el fragmento en que los guardianes levantan esa gran marea dorada y aparecen los cuerpos de los bailarines desnudos. El miedo se convierte en dueño y señor de la escena.

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