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Caos y desconcierto en el inicio de las obras del metro

Los viajeros, con muchas dudas, ven multiplicado el tiempo de trayecto

Las obras del metro ya llevan de cabeza a los usuarios de la línea 5, la primera en iniciar los trabajos. El tramo de la línea azul entre Can Boixeres y Collblanc (L'Hospitalet), que permanecerá cerrado hasta el 10 de noviembre, vivió ayer su primer día entero con los servicios alternativos. La intrincada red de autobuses que ha dispuesto TMB para sustituir este tramo, pensada para agilizar los viajes con destino a Barcelona, convierten la llegada a las paradas (además de las citadas, Can Vidalet y Pubilla Casas) en una aventura llena de transbordos. Mejor solución presenta el otro recorrido de la línea, entre Horta y Vilapicina, con una sola línea sustitutoria.

El dispositivo de información desplegado por TMB funcionó a medias: los informadores apostados en las paradas hicieron su trabajo con eficacia, aunque los trípticos repartidos resultaron, en la mayoría de casos, inútiles. Los viajeros que no los tiraban entretenían la mente intentando descifrar el circuito sustitutorio: una línea transita entre Collblanc y Pubilla Casas. De ahí sale un autobús que pasa por Can Serra y la Rambla de Just Oliveras (paradas de la línea 1, donde se enlaza con Barcelona) y finalmente a Can Boixeres y Sant Ildefons, la parada posterior de la línea 5. Para llegar a Can Vidalet hay un tercer vehículo desde Can Serra. La solución creó caos y desconcierto entre los pasajeros.

Un viaje de seis minutos pasa a ser de 45 repartidos entre tres buses

"Esto es un desastre. Se podría haber hecho todo más fácil", se desesperaba Francisco Botero, de 48 años. Los seis minutos en metro de su trayecto diario desde Collblanc a Can Vidalet se han convertido en 45 minutos en tres autobuses . "Habrá que salir antes", se resignó.

"Esto es un trastorno, un lío, un caos", resoplaba Manuel Rodríguez, jubilado de 76 años. Los autobuses, que en teoría pasan con frecuencias similares a las del metro, sufrían retrasos por culpa del tráfico. "Está muy mal organizado. Yo tardaba 10 minutos, y ahora, 50. Los autobuses dan demasiadas vueltas", añadía otro jubilado, Mario García. "Esto es un caos, pero es la primera semana. Después la gente se acostumbra y va todo mejor", resumía el conductor de uno de los autobuses.

Tres reacciones se repetían entre los corrillos de pasajeros: la primera, críticas a la organización -"hubiera sido mucho mejor poner un solo autobús que cubriera todas las paradas afectadas", sostenía Josefina Sala, de 58 años -; la segunda, incertidumbre por cómo funcionará el servicio en septiembre, cuando la ciudad recobre la normalidad, y la tercera, resignación: habrá que tener paciencia hasta el 9 de noviembre, día en que acaban las obras.

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