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Cerco a los cacos del cable

Los robos de cobre en Cataluña aumentan los controles policiales y multiplican los costes a Telefónica

Rebeca Carranco

"Seguramente nos llevaremos el cable", dice una mosso d'esquadra a Blas Moreno. "Pero todo esto está registrado", le discute el chatarrero, que rebusca entre albaranes de color rosa que justifican el origen del cobre. La mosso se sienta y revisa los documentos que Blas, de 49 años, le muestra.

El aumento del robo de cable en Cataluña ha incrementado el control de los Mossos d'Esquadra. Tanto en la calle, como a los chatarreros. Blas sufre cada semana la visita de los agentes a su negocio, Claumar. "Lo más seguro es que mañana volvamos", le informa la agente. "Pero pronto, que es viernes", le pide Blas. Al final convienen en verse el lunes. Ya hay confianza.

La chatarrería de Blas y Domingo López, de 61 años, lleva 30 años ubicada en un descampado, cerca de Siurana (Alt Empordà). En el solar, de 400 metros cuadrados, hay de todo: coches destrozados, una nevera, una antigua furgoneta de reparto de leche, un triciclo roto, baterías, camiones... Y cable, mucho cable.

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Los clientes van y vienen. La mayoría, marroquíes. Durante la inspección policial, un hombre llega al almacén. Conduce una furgoneta con cobre. Mira a Domingo, que le insinúa que no es el mejor momento. Él capta que está la policía y se va. "Le iban a poner problemas aunque sea legal", explica después Blas.

Los Mossos d'Esquadra han inmovilizado más de dos toneladas de cobre, que los chatarreros ya han pagado, porque sospechan que puede ser robado. "Luego vienen personas para comprobar si es suyo el material", explica Blas, que asegura que hasta el momento nadie ha identificado los cables de cobre como propios porque su origen es lícito.

En lo que va de año, la policía autonómica ha detenido a 500 personas por delitos relacionados con el robo de cobre. Solo 24 han pasado por el calabozo y, para que afronten penas más graves que el hurto, los Mossos prevén acusarles de estragos porque dejan incomunicados a los vecinos e interrumpen los trenes. Telefónica es una de las compañías más afectadas, con 330 robos en 139 pueblos (189% más que el año pasado). Eso ha encarecido el 460% sus costes en Cataluña.

"Hay cierta alarma social por la sustracción de cobre. Eso hace que la policía haya trasladado la presión sobre los que ellos consideran que son el destino final del cobre", opina el abogado de los dos chatarreros, Joaquim Bech de Careda. Blas y Domingo durmieron en el cuartelillo hace dos meses, después de una operación en la que participaron 20 agentes y varios perros. Como mucho, deberán responder por un delito de receptación, o sea, comprar a sabiendas material robado.

¿Y por qué les ha dado a los cacos por el cobre? "Se paga a 5.700 euros la tonelada, precio de mercado", explica Ramón Alfonso, profesor de Finanzas en la Escuela de Alta Dirección y Administración (EADA). El cobre es un mineral que se encuentra, sobre todo, en tres grandes minas de Chile, Canadá y Rusia. Es el material para todo: coches, teléfonos, ordenadores, maquinaria...

La elevada demanda de muchos países explica su precio. En los últimos 10 años, ha aumentado su cotización de los 1.500 a los 6.200 de 2007. Con la crisis se plantó en 3.500 euros, pero ha vuelto a recuperarse.

Pueblos como Cistella, en el Alt Empordà, sufren robos constantes que les incomunican (siete en un mes). "Aprovechan zonas alejadas, boscosas, de difícil acceso", explica una portavoz de los Mossos. Los ladrones tampoco necesitan un máster: se bastan con una escalera para descolgar el cable, que luego trocean. Adif (61 robos en líneas catalanas en servicio) empresarios o Endesa se suman a la lista de damnificados por la oleada de robos.

Parte de ese cobre luego acaba en las chatarrerías. Blas lo paga a 1,3 el kilo si es sucio (dentro de tubos) y a 3,20 el cobre limpio (sin funda). "Pero si sospechamos que es robado ya no lo compramos", recalca. Aunque no siempre es fácil saberlo. Las personas acuden con su cobre, dan el DNI, un teléfono y reciben una factura. Solo en el caso de que sea cable nuevo o de que la persona resulte sospechosa puede Blas deducir que el mineral es robado. Y niega que el suyo lo sea. Pero un montoncito de bovinas de cobre a estrenar que los mossos han apartado le delata. "No debería haberlas comprado", se lamenta Blas. Es la excepción que confirma la regla. Al menos en su chatarrería.

Unos operarios reparan y recogen los restos de la línea telefónica que unos desconocidos intentaron robar en Cistella.
Unos operarios reparan y recogen los restos de la línea telefónica que unos desconocidos intentaron robar en Cistella.PERE DURAN

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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