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Columna
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CiU-PP, una alianza coherente

Enric Company

Decimos una y otra vez que la globalización nos afecta a todos cada día más y en más aspectos de la vida, pero a veces no acabamos de extraer las consecuencias correspondientes. Ahora mismo, el escándalo por las malas prácticas periodísticas del grupo Murdoch en el Reino Unido puede parecer un asunto interno de la política británica. Y desde luego que lo es. Pero en el Consejo de Administración de News Corporation, la empresa de Murdoch, se sienta el expresidente del Gobierno español José María Aznar, presidente también de la Fundación FAES, desde la que se emiten las propuestas ideológicas conservadoras según las cuales actúa el PP. Al imperio empresarial de Murdoch pertenecía no solo el diario sensacionalista News of the World. Pero no es solo una cuestión de amarillismo: el grupo destaca también por el conservadurismo, que difunde a través de medios de enorme influencia en Estados Unidos como la cadena Fox de televisión y diarios como The Wall Street Journal, y además en el Reino Unido por un euroescepticismo militante predicado tanto en sus diarios sensacionalistas como en The Times.

Hace ya tiempo que los democristianos de antaño, al estilo de lo que fue Jordi Pujol, se han hecho neoliberales

Es en estos medios -aunque por supuesto no solo en ellos, porque la galaxia comunicacional que emite en clave neoliberal es inmensa- donde se ha puesto en la picota en los últimos tres años a los Gobiernos socialistas de Portugal, Grecia y España, hasta lograr que se arrodillaran ante los mercados financieros, expresión que en realidad significa los bancos y fondos de inversión que predican en beneficio propio las bondades de la desregulación de los mercados financieros a escala mundial. Y en algunas ocasiones incluso con artículos firmados por Aznar referidos a la economía española.

De manera que cuando una fuerza política como CiU decide aliarse con el PP, como sucede en la actualidad en Cataluña, tal decisión debe ser considerada en el contexto global en el que se produce. Sabe qué hace. Conoce bien a su partenaire. El acuerdo es en realidad una cristalización solemne de la mayoría conservadora existente en el Parlament, tras la derrota de las izquierdas registrada en las elecciones autonómicas de noviembre pasado. Y es también congruente con las principales decisiones en materia de alianzas adoptadas por CiU tras las elecciones municipales del 22 de mayo: entregar la alcaldía de la tercera ciudad de Cataluña por su número de habitantes, Badalona, a un político del PP y elegir también al PP como socio para gobernar la Diputación de Barcelona.

Pero es, sobre todo, expresión de un alineamiento político-ideológico de CiU coherente en el contexto global, que se materializa en los varios escenarios políticos en que actúa. A estas alturas no es una sorpresa. Hace ya bastantes años que los partidos democristianos o socialcristianos en cuyos parámetros ideológicos se inscribía la CiU de Jordi Pujol en sus ya lejanas primeras andaduras se disolvieron en el magma del conservadurismo puro y duro. Ahora se sitúan todos en el campo de neoliberalismo y han dejado a los socialdemócratas de toda Europa sin el gran socio con el que defender el Estado de bienestar. De esto se quejaba amargamente semanas atrás en Barcelona el expresidente de la Comisión Europea Jacques Delors. Los partidarios del Estado de bienestar y la unión de Europa eran los democristianos, no los conservadores, advertía. Los conservadores concebían Europa, cuando más, como una zona económica de librecambio. Ahora, los democristianos de antaño se han hecho conservadores. Juntos predican el sacrificio de las políticas más o menos sociales a los mercados financieros y son, desde luego, incapaces de revitalizar un proyecto europeo que sacrifican siempre a sus respectivas urgencias nacionales.

El pacto presupuestario CiU-PP es coherente con la oposición mantenida por el partido de Artur Mas frente al Gobierno socialista en España, que apenas se distingue de la llevada a cabo por Mariano Rajoy. Es congruente con sus recientes alianzas municipales más significativas. Y se inscribe plenamente en el marco político-ideológico compartido por ambas fuerzas, en el que Aznar ejerce como predicador ora desde la FAES, ora desde los medios de Murdoch. Todo lo demás, toda la impostación nacionalista de unos y otros, es puramente instrumental. Y es obvio que ahora "no toca".

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