_
_
_
_
_
Elecciones municipales
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

CiU resucita el tripartito

Enric Company

Que en Cataluña las elecciones municipales hayan caído medio año después de las autonómicas podía haber resultado neutro para todos los partidos, pero se ha convertido en un incordio para la ganadora del otoño pasado, la coalición de CiU, y lleva camino de ser un factor relativamente positivo para la izquierda. En tiempos de crisis, los electores expresan su malhumor castigando a los Gobiernos. La izquierda tuvo ya su castigo con la pérdida de la mayoría en el Parlament y el consiguiente pase a la oposición.

CiU venció en las autonómicas con la oferta de un Gobierno "fuerte" que iba a "levantar" a una Cataluña postrada por la crisis financiera y el estallido de la burbuja inmobiliaria. Para hacer frente a la caída de ingresos provocada por la crisis, el Gobierno de izquierdas presidido por José Montilla había tomado medidas como la subida de algunos impuestos y de los tramos altos del IRPF. Y además aplicó el recorte del 5% de los sueldos de los funcionarios decidido por el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Pero en estos seis meses se ha visto que la receta real de los nacionalistas de CiU para hacer frente a la escasez de ingresos en las arcas públicas es peor: recortar las prestaciones sociales, potenciar la educación y la sanidad de pago (para quien pueda, claro está), y bajar los impuestos a los más ricos.

El castigo de los electores a Montilla por los recortes presupuestarios amenaza ahora a Artur Mas

Esta es la razón por la que, como les sucedió en noviembre a las izquierdas y en particular al partido socialista, ahora las elecciones municipales pueden ser una ocasión para convertir el voto del día 22 en un castigo al Gobierno de CiU por la forma en que aborda la crisis. El electorado puede ver que "poner orden" en las finanzas de la Generalitat, como dice el presidente Artur Mas una y otra vez, es para CiU, fortalecer las rentas altas y pedir sacrificios a los demás.

Sucede, además, que el partido socialista pagó doble en las elecciones autonómicas, porque doble era su responsabilidad como fuerza principal del Gobierno catalán y como corresponsable del Gobierno de España. Ahora la cuestión se plantea en forma distinta, al menos para el segmento del electorado progresista que hace medio año abandonó al PSC y le castigó votando a CiU. Estos electores pueden pensar ahora que, visto lo que CiU hace con la crisis, no les interesa reforzar al Gobierno de Artur Mas facilitando el acceso de su candidato Xavier Trias a la alcaldía de Barcelona. La necesidad de recibir este refuerzo está siendo en estos días el principal argumento electoral de Mas y del secretario general de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, en apoyo de Trias. Interpretan que, si no lo obtienen, será una retirada de la confianza que los electores depositaron en ellos hace siete meses.

Tanto es así que CiU se ha lanzado con toda la potencia mediática que es capaz de movilizar, que no es poca, no al empeño de situar el debate electoral municipal en los términos en que está planteada la actual situación política y económica, en la que su Gobierno tiene ya una responsabilidad ineludible, sino a retrotraerlo a la situación correspondiente a las elecciones autonómicas del año pasado. Han resucitado el fantasma de la fenecida alianza de gobierno de izquierdas, a la que tanto Montilla como el secretario general de ERC, Joan Puigcercós, renunciaron antes del 28 de noviembre, y advierten a los electores sobre el retorno del tripartito. Tanto da que no sea a la Generalitat sino, si acaso, a los principales ayuntamientos. Pintan esta eventualidad como si se tratara de una reencarnación del mal absoluto de la que es preciso librarse a toda costa.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Lo cierto es, sin embargo, que Barcelona y los municipios en que residen tres cuartas partes de los ciudadanos de Cataluña están gobernados por las izquierdas con alianzas locales bastante variadas, que en muchos casos han sido formadas por el PSC, Iniciativa y ERC, en los que han dirigido una espectacular mejora de la calidad de vida urbana tendente en general a recortar las profundas diferencias entre centro y suburbio heredadas del desordenado y depredador urbanismo de los tiempos de la dictadura franquista del que, dicho sea de paso, tanto se beneficiaron las derechas.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_