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Reportaje:Una joya arquitectónica en la encrucijada

La Colonia Güell busca su futuro

El recinto modernista inaugura un centro de interpretación con la finalidad de incrementar el turismo

José Ángel Montañés

Estamos en 1909. Los ánimos andan revueltos en la Colonia Güell, en Santa Coloma de Cervelló. Al recinto industrial que mandó construir en 1890 el conde Eusebi Güell en el Baix Llobregat para alejarse de los conflictos obreros de la ciudad ha llegado el eco de la revuelta popular de Barcelona contra la guerra, que en julio ha quemado iglesias y conventos. En la colonia, al duro trabajo de 12 horas frente al telar elaborando el paño y el terciopelo que tanta fama han dado a esta fábrica -con los que han tapizado paredes tan nobles como las del Liceo- se une la desesperación de muchas familias que tienen que enviar a sus hijos a la guerra de Marruecos al no poder reunir los 6.000 reales con los que comprar su libertad.

El centro recupera la memoria histórica de las personas que vivieron en la colonia
Unos 800 vecinos viven en el recinto. El 25% no descienden de los trabajadores
En la Festa del Modernisme participan 200 vecinos como actores
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El compás y el tiralíneas de Antonio Gaudí

La vida parece retroceder en el tiempo en esta colonia textil durante la celebración, este fin de semana, de la Festa del Modernisme, que llega a su novena edición y está dedicada a recordar los tristes hechos que se vivieron durante la Semana Trágica. Ayer y hoy, unos 200 vecinos, amigos y conocidos de este barrio de Santa Coloma de Cervelló se transforman en obreros, campesinos, artesanos, maestros, militares, pregoneros, acordeonistas o monjas para protagonizar una veintena de escenas de la vida cotidiana de principios del siglo XX repartidas por todo el recinto. Este año tampoco falta el conde Eusebi Güell, que en compañía de su mujer y sus dos hijas recibe a los visitantes en la puerta de su masía. El personaje lo encarna Josep Padró, que, como muchos de los actores, ha nacido y vivido en la colonia toda su vida. Su cabello y barba blanca, y sobre todo el hecho de ser el historiador de la colonia, hacen que borde el papel de dueño y anfitrión.

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Durante la jornada de hoy también se inaugura el centro de interpretación de este recinto, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2005. Tras invertir 400.000 euros en rehabilitar y acondicionar la antigua cooperativa de consumo, el nuevo centro servirá, según Rosa Boladeras, presidenta del Consejo Comarcal del Baix Llobregat, para "explicar a las 25.000 personas que visitan cada año la cripta construida por Gaudí que están en un conjunto de arquitectura modernista excepcional donde, además, se ha conservado la memoria de las personas que vivieron aquí". Boladeras explica que el nuevo centro "también ayudará a que el impacto del turismo se refleje en la economía de la comarca".

La apuesta es clara. Los responsables de la cripta conocen su potencial turístico y quieren que las cifras de visitantes aumenten y se acerquen a las de otros edificios del arquitecto, como el Palau Güell (140.000), la Casa Batlló (600.000), la Pedrera (939.000) y la Sagrada Familia (2.700.000), muy superiores.

Por su parte, Padró explica que el paternalismo del conde -su álter ego durante este fin de semana- le llevó a construir una colonia excepcional al empeñarse en que sus obreros trabajaran en las mejores condiciones posibles. Por eso levantó casas de entre 80 y 140 metros cuadrados -lo que no está mal, incluso para nuestros tiempos-, guarderías, una mutua obrera con hospital, escuelas de niños y de niñas, cafés, tiendas y un campo de fútbol, del que se conserva un croquis pintado por el barón Pierre de Coubertain, que le dio la idea. En el fondo, lo que buscaba el conde Güell, según Padró, era que "no les faltara nada a los trabajadores para que pudieran cumplir cada día con la obligación de ir a trabajar y producir".

El segundo piso del nuevo centro está dedicado a la joya de la colonia: la cripta que Antoni Gaudí empezó a construir en 1908 y que en realidad es la parte inferior de una iglesia inconclusa que tenía que alcanzar los 40 metros de altura. Tras construir esta primera planta, en 1914, el estallido de la I Guerra Mundial hizo que la familia Güell centrara su inversión en ampliar la potencia de la fábrica y producir más para poder exportar a los países en conflicto, dejando de financiar los trabajos de construcción de la obra religiosa, que Gaudí abandonó para siempre.

Una maqueta colgada del techo, realizada con cadenas por la Universidad Politécnica de Cataluña y que se ve reflejada en un espejo del suelo, preside este espacio, en el que se explican las complicadas técnicas que ideó Gaudí -como el paraboloide hiperbólico o el arco catenario-, en las que empleó 10 años de estudio, para construir el edificio; luego las acabó utilizando en otras de sus obras, como la Sagrada Familia.

La rehabilitación de esta cripta, llevada a cabo por la Diputación de Barcelona entre 1999 y 2002, fue el origen de una agria polémica que acabó con la paralización de las obras, la presentación de denuncias por agresión al patrimonio, manifiestos de otros arquitectos en contra, interpelaciones en el Parlament y el cese del arquitecto que las había dirigido. Boladeras asegura que el tema está zanjado y que sólo está pendiente "un proyecto que ha de elaborar la Generalitat para acabar algunos detalles que permitan el culto en condiciones dignas y la iluminación interior". Boladeras también anunció que en los próximos años, "cuando haya dinero para hacerlo", se rehabilitarán la escuela y la casa del profesor, se pondrá orden en el problema del tráfico interior y se unificará la señalización y el mobiliario urbano.

Tras el cierre de la fábrica textil de la colonia en 1973, los dueños vendieron las casas a sus inquilinos. Según Padró, en la Colonia Güell casi todas las casas están habitadas, a diferencia de lo que ocurrió en otras colonias textiles que tras el cierre de las fábricas fueron abandonadas y sufrieron la destrucción sistemática de su patrimonio. Pero de las 800 personas que viven actualmente en la colonia, el 25% son venidos de fuera, tras comprar las casas a sus primeros dueños o sus descendientes. "Este mundo se ha acabado", afirma nostálgico Padró. Algo parecido debieron de pensar todos los que vivieron en enero pasado el vendaval que arrancó 259 pinos, algunos centenarios, en toda la colonia y que cambió el paisaje del lugar. La celebración de la fiesta modernista desde hace nueve años y el nuevo centro de interpretación que hoy se inaugura velarán para que parte de este pasado no se pierda para siempre.

Interior de la cripta de la Colonia Güell, construida por Antonio Gaudí.
Interior de la cripta de la Colonia Güell, construida por Antonio Gaudí.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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