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AL CIERRE
Columna
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Crisis & Crisis

Toda sociedad primitiva tiene por fundamentos el trabajo, el dinero, la ambición, el poder, el amor y el sexo. Toda sociedad moderna -en eso hemos variado poco- tiene los mismos fundamentos, y además el crédito. Invente usted el crédito y habrá inventado los sueños. La sociedad clásica producía bienes para las personas que los podían pagar. La sociedad actual produce bienes para las personas que no pueden pagarlos.

Una factoría textil necesita, para su subsistencia, fabricar muchas más prendas que las que su clientela potencial demanda, y para venderla se han inventado los meses blancos, las rebajas, las liquidaciones y las tarjetas de los grandes almacenes. El que no puede pagar en un mes, paga en seis, y así la producción tiene salida, aun basándose en una cierta falsedad: el que compra no es el cliente, sino el crédito del cliente. Los constructores de pisos ponen ladrillos para un país que no puede pagarlos, pero aun así se comen las costas, los espacios verdes y hasta los pedacitos de cielo: el que no puede pagar va al banco, que le da (o le daba) un crédito ganando dinero, y con el crédito se va al constructor, que también gana dinero vendiendo a los que sólo podrán pagar dentro de 40 años. Y si hay mucha gente con crédito, construyen más y venden más, subiendo sin cesar los precios y creando además una cosa que en nuestro país ha sido un escándalo: la compra de simples ilusiones, o sea la compra sobre plano, a veces para especular con el que venga detrás con otro crédito. La capacidad de sueño es ilimitada y crea mundos; la capacidad de crédito, si es ilimitada, permite además comprarlos. (No quiero olvidar una cosa: dando créditos, los bancos y los gobiernos compran la paz social. Obrero hipotecado es obrero callado.)

Lo mismo ocurre con los coches: el 80% de la producción va destinada a un comprador que no puede comprar, pero con el crédito todo marcha. Hasta que el comprador que no puede pagar -cosa lógica- no paga, y entonces revienta el crédito y empieza a reventar todo. Por eso, cuando salgamos de esta crisis, empezaremos a fabricar, moneda a moneda, otra para dentro de 10 años. Pero a todos nos han enseñado que eso es el progreso.

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