Erofeiev y Stalin
Como sabe que me intereso por Stalin, Monika Zgustová, que coordinaba en la Casa de la Caritat un acto sobre la caída del muro en donde algunos corresponsales (Martí Font, de este diario; Llibert Ferri, entonces en TV-3, y otros) recordaban aquellos días de exaltación, me presentó a Viktor Erofeiev: el escritor ruso, con un carisma extraordinario, del que aquí se conoce Bella de Moscú, una de las primeras novelas de disidente que se publicaron con la perestroika. La editaron Anagrama y Columna. Ahora Erofeiev dirige Apocrif, un programa de debate cultural en la televisión de Moscú en el que cada semana sienta a cinco intelectuales y dos estrellas mediáticas en funciones de gancho para la audiencia y que oscila entre los cinco y los diez millones de espectadores. Debaten sobre conceptos de actualidad. "Por ejemplo, la traición", me explicó. "Es un tema muy nuestro porque los rusos hemos cometido dos grandes traiciones en el siglo XX: en el año 1917, con la Revolución, traicionamos el antiguo régimen. La segunda traición fue en la década de 1980, contra el comunismo".
Mientras visitábamos la Sagrada Familia, la Pedrera y el museo Picasso, me explicó la inmensa popularidad de la que goza en Rusia Putin, a pesar de todo: "Los rusos tienen con él un pacto tácito que dice: nosotros reconocemos que tú eres el jefe, y nosotros tenemos vida privada. En Occidente no se entiende que esa maravilla de la libertad en la esfera privada es algo de lo que los rusos no habíamos disfrutado nunca, no ya durante el comunismo, sino nunca en la historia, tampoco en tiempos de los zares".
Hablamos de su último libro, El buen Stalin, aún no publicado en España. Erofeiev disfrutó de "una acomodada infancia estalinista", porque su padre, intérprete de Stalin al francés, fue luego embajador en París y en Viena. Me parece que precisamente la conspicua disidencia de Viktor truncó esa carrera diplomática. "El buen Stalin". ¡Qué oxímoron violento! Me habría gustado decirles algo sobre el libro, lo tengo pedido a amazon.com, pero aún no me ha llegado. Y de todas maneras, tampoco me quedaba espaciotiempo.
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