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La Generalitat ocultó el trasvase del Segre por motivos electorales

El Ministerio ofreció hace cuatro años el agua sobrante en Tarragona y el Gobierno catalán la rechazó

Francesc Baltasar, consejero de Medio Ambiente, y Cristina Narbona, titular del ministerio homónimo, hablaron por primera vez de la posibilidad de trasvasar agua del Segre a la conurbación de Barcelona el pasado mes de noviembre. Así lo explicó el consejero en Lleida el lunes por la noche, en un intento, que resultó baldío, de convencer a alcaldes y Diputación de la conveniencia de la actuación. No obstante, Baltasar y Narbona decidieron ocultar el proyecto debido a la inminencia de la campaña electoral para evitar el impacto negativo que hubiera podido tener el asunto. Un portavoz del ministerio negó ayer en redondo las afirmaciones de Baltasar.

"El consejero miente", afirmó ayer la portavoz oficial del Ministerio de Medio Ambiente. "No hay un solo papel que acredite lo que dice. Lo que hace es una huida hacia adelante, visto el jardín en el que él solo se ha metido", señaló la misma fuente, y añadió que en el mismo sentido hay que interpretar la afirmación de que se harán las obras del trasvase sin esperar el preceptivo permiso del Gobierno central.

El Segre, por escrito

Baltasar dio todo tipo de explicaciones en Lleida. De hecho, la posibilidad de intervenir en los cauces del ámbito del Ebro fue considerada por el Gobierno catalán ya en 2005. La Agencia Catalana del Agua redactó en octubre de ese año el Plan de Contingencia para conseguir a corto y medio plazo alternativas de nuevos recursos de agua en condiciones de emergencia por causas de la sequía. La intervención en el Ebro y sus afluentes figura en la página 11 de ese documento. En la misma página, una nota dice: "Propuestas presentadas por la Generalitat al Gobierno español según carta del honorable consejero de Medio Ambiente a la ministra de Medio Ambiente de 27 de junio".

El portavoz del Departamento de Medio Ambiente insistió: "La comunicación al ministerio se hizo verbalmente en noviembre, al mismo tiempo que se comunicó el proyecto de comprar agua en Almería. La hicieron el propio consejero y el director de la Agencia del Agua, Manuel Hernández". Un consejero del Gobierno catalán explicó que Baltasar y Joaquim Nadal habían comentado el proyecto en diversas ocasiones, dado que la galería de servicios del Cadí depende de Política Territorial. La misma fuente sostuvo que ambos se referían a ello con la expresión "el tubo".

La información no fue sólo de Cataluña a Madrid, sino también a la inversa. En el año 2004, la ministra ofreció al Gobierno catalán la posibilidad de que el agua del minitrasvase del Ebro a Tarragona que no se consume (40 hectómetros cúbicos de una concesión de 120 anuales) llegara a Barcelona. En aquel momento fue el Ejecutivo autónomo el que declinó la oferta.

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La posibilidad de conectar la red del Ebro con la del Ter-Llobregat, de la que se abastece Barcelona y su área de influencia, es rechazada por ICV, que la considera un trasavase. Los socialistas no lo verían mal, pero han tenido que contemporizar con sus aliados en el Gobierno.

Llevar a Barcelona el agua que sobra en Tarragona exigiría una actuación mínima (unos 15 kilómetros de tubería), aunque dilatada en el tiempo durante unos dos años, debido a los trámites administrativos de las obras públicas. Ese tiempo es, precisamente, el argumento que ahora utiliza Baltasar para optar por el Segre frente al agua de Tarragona. Eso sí, el Gobierno se refirió ayer al trasvase del Segre como "la última opción".

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