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Georgina ya no necesita bolsa

Un hospital indemniza a una joven a la que amputaron el colon por un error médico cuando tenía cinco años

A Georgina le amputaron el colon por error médico cuando tenía cinco años. Lo que debía ser una operación habitual para extirparle un lipoma en el ano supuso para ella el inicio de un infierno que ha durado casi 10 años. Lo peor de todo fueron los dos años y ocho meses tuvo que llevar una bolsa de descarga de heces y nueve intervenciones médicas.

Le han quedado unas considerables cicatrices, alguna disfunción del esfínter y unas secuelas psíquicas que la psicóloga que la atiende cree que se irán diluyendo. La demanda que presentaron sus padres, además, ha acabado con final feliz y sin necesidad de juicio. La aseguradora les ha indemnizado con una cantidad que no quieren desvelar pero que, aseguran, no compensa los años de sufrimiento.

La niña ha pasado dos años y ocho meses con un ano artificial

"Lo que nosotros hemos pasado no tiene precio", explica el padre, Jordi, de 44 años. "Lo que sí se puede decir es que el acuerdo económico implica el reconocimiento de la culpa por parte del hospital y que la cantidad está muy por encima de los baremos que aplican los jueces para valorar el daño corporal", puntualiza Rafael Núñez, el abogado de la familia.

El caso arranca del 10 de junio de 1999, cuando Georgina fue intervenida en la clínica Teknon de Barcelona y en lugar de extirpársele un lipoma se le extrajo un "tumor carnoso muy vascularizado". Los médicos dijeron a los padres que se trataba de un tumor cancerígeno, pero en la historia clínica se apuntó que "el neurocirujano comenta que se podría haber lacerado el recto durante la extirpación de los restos del tumor".

Al día siguiente, la pequeña fue intervenida de urgencia y se comprobó "la amputación completa del recto y desgarro peritoneo posterior". Su vida estuvo en peligro 14 horas a consecuencia de ese proceso séptico en el que las heces inundaron su pequeño cuerpo.

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Días después se le realizó una colostomía para colocarle un ano contra natura y no salió de la UCI hasta al cabo de 18 días. El 22 de febrero de 2000, la pequeña volvió a ser intervenida, esta vez en el hospital de Sant Joan de Déu de Barcelona, donde, por fin, se le extirpó el lipoma, lo que tenía que haber ocurrido ocho meses antes. Días después fue hospitalizada de nuevo a causa de una fístula y en agosto de 2000 ingresó otra vez para una nueva intervención. En abril de 2001 sufrió otras dos operaciones y el 26 de abril de 2002 se la intervino de nuevo para cerrarle el colon. Fue entonces cuando se desprendió de la bolsa de descarga de heces que la había acompañado de día y de noche, al colegio y a todas partes.

"La reacción de sus amigos, compañeros de clase y profesores fue ejemplar en ese tiempo", recuerda la madre, Laura, quien no puede dejar de evocar el día que los médicos le dijeron que se despidiera de su hija, cuando estaba en la UCI, porque se iba a morir.

"La niña ha pasado muy cerquita de la muerte y ha vivido muy de cerca el infierno que describió Dante, porque aparte de las intervenciones ha sufrido más de 40 sesiones de dilatación anal durante esos casi tres años para poder normalizar su cuerpo", recuerda el abogado. Los padres no salen de su asombro por la enorme madurez que mostró la pequeña desde el primer momento. "Ha sido increíble. Ni un grito, ni un lloro, nada. Supongo que se vio tan en peligro, que pensó que tenía que sopotarlo todo", relata la madre.

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