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La Gràcia alternativa impone su fiesta

La presión policial consigue que se reduzca el número de 'lateros'

Las fiestas alternativas se han impuesto a la celebración vecinal en Gràcia. Los primeros días de verbena discurrieron entre calles y plazas concurridas pero con dos focos de jarana extraoficial que atrajeron una cantidad mucho mayor de público. Los espacios de los grupos alternativos estaban a reventar y se impusieron a la oferta planificada por el distrito. La fiesta organizada por los okupas del barrio Gràcia se erigió en el eje de la noche: juventud, variedad musical y cáñamo a discreción despuntan cómo claves del éxito.

La nueva fiesta brota en torno al solar ocupado de Torrent de l'Olla, a la altura de la calle de Siracusa. Allí la multitud sobresalía impidiendo incluso el paso de vehículos por las calles adyacentes. Y se extiende hasta la plaza del Poble Romaní, segundo núcleo de los alternativos, atestado hasta desanimar al que pretendiera cruzarlo para alcanzar la cara izquierda del barrio.

Una de las notas de Gràcia este año es que escasean los lateros, debido al acoso de la policía. Los pocos que había explotaron la situación: llegaron a pedir dos euros y medio por una lata que vale céntimos en el mayorista.

La presión de la Guardia Urbana sobre los lateros contrastó con la permisividad con los asistentes a la fiesta. La normativa dice que todo debe terminar a las tres de la madrugada, pero el follón se prolonga hasta las seis sin que los agentes aceleren el final.

No hizo falta presión en la protesta "contra España" convocada por grupos marginales. Acudieron menos de medio centenar de personas, informa Heloisa Ferreira.

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